EDITORIAL

Los ciudadanos que sirven a Guatemala

El espíritu de servicio es una cualidad proverbial y esencial de la identidad guatemalteca. A través de múltiples actitudes, iniciativas y ámbitos, los guatemaltecos demuestran su disposición constante a la acción positiva en favor de los demás, sobre todo si se trata de grupos vulnerables, en situación de precariedad o de emergencia. El civismo forma parte de esta convicción que se enseña en las escuelas, pero que se alimenta, sobre todo, por medio del ejemplo en la familia y la comunidad.

Desde el inicio mismo de la era democrática, los padres constitucionales apostaron por este elemento fundamental, al permitir y establecer que fueran ciudadanos voluntarios quienes estuviesen a cargo de efectuar los procesos electorales. Si bien el Tribunal Supremo Electoral es la autoridad rectora en dicha materia, los comicios generales y también los procesos de consulta popular siempre han estado en las manos, miles de manos, de guatemaltecos anuentes a donar su tiempo, dedicación y habilidades para el éxito de cada cita con las urnas: son los ciudadanos que integran las juntas receptoras de votos, las juntas coordinadoras de centros de votación, las juntas municipales y las juntas departamentales: un trabajo que desempeñan sin percibir salario alguno.

Algo similar ocurre con cientos de jóvenes que participan, también de manera voluntaria, como asistentes y guías en los centros electorales: ayudan a localizar la mesa de votación, a facilitar el acceso de adultos mayores e incluso apoyan con el ornato de los inmuebles. Todos trabajan con entusiasmo, con pasión y un compromiso hacia la propia ciudadanía, la democracia y el estado de Derecho. También resalta la presencia de los fiscales de partidos, quienes defienden los votos y pueden impugnar en caso necesario para la posterior revisión.

En cada proceso electoral quedan desilusiones, descontentos y reclamos, sobre todo por parte de candidatos o grupos que no obtienen el favor ciudadano. Incluso llegan a reclamar por un supuesto “fraude”, en lugar de revisar sus trasfondos, errores y trayectoria. Resulta más fácil, aparentemente, echarle la culpa a otros, pero en Guatemala y su sistema electoral ciudadano constituye una necedad, debido a su complejidad, diversidad y responsabilidad, compartimentada en múltiples niveles.

A lo largo de todos los avatares del proceso electoral, después de la primera y segunda rondas, los ciudadanos integrantes de juntas se mantuvieron incólumes como sólidos testigos de un proceso que fue certificado por diversas misiones de observación. Las audiencias de revisión exigidas por partidos perdedores en primera vuelta fueron evacuadas con celeridad por dichas juntas, aun a costa de compromisos laborales y profesionales de muchos de sus miembros. He ahí el papel fundamental e inalienable de tan masivo civismo. Así ha ocurrido desde 1985, pero en un proceso tan crítico se confirma su valor y valentía como custodios de la democracia.

Por esa voluntad férrea de servir a los más altos valores y con ello salvaguardar la decisión soberana de la ciudadanía en el 2023, el Consejo de Redacción de Prensa Libre distingue a todos los guatemaltecos voluntarios del proceso electoral con la designación de Personaje del Año. La Corte de Constitucionalidad cumplió con su deber al dictaminar que dentro de 12 días se lleve a cabo el relevo de todas las autoridades electas, sin cortapisas ni dilaciones. Esta decisión tiene su principal evidencia y asidero en el sistema de cientos de juntas ciudadanas de guatemaltecos dedicados al servicio de guatemaltecos.

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