DE MIS NOTAS

El pueblo manda

|

Con una primavera con promesa de florecimiento pleno, esta nuestra primavera chapina sale de la prisión del ataúd corrupto, politiquero, oscuro, para vivir un nuevo amanecer.

Pero que no levanten las banderas los diputados de este vergonzoso período parlamentario —con las contadas excepciones— queriendo posar en el palco de los logros cuando la soga les llega al cuello y las salidas están tapadas.

No fueron los diputados el martes pasado los que abrieron la caja mortuoria que nos tenía aprisionados, fue el pueblo, pueblo valiente reunido sábado a sábado marcando un hito en la historia política de Guatemala.

Se acabaron los chanchullos corruptos, la coima bajo la mesa, la mordida sangrona practicada con insolencia y desfachatez. Ahora la rendición de cuentas será la norma y ay de aquel que ose traspasar ese umbral, porque con la misma vara será medido.

Esa es la gran hazaña del pueblo chapín. Ha cambiado el paradigma politiquero enquistado en el ADN de la clase política tradicional. A partir de ahora ya no pueden cometer sus fechorías sin que sientan el aliento del pueblo respirándoles en la nuca con el poder coercitivo de la ley.

Las manifestaciones del pueblo son trascendentes porque han sido masivas, multigeneracionales, multisectoriales, diversas y sin protagonismos interesados; un desfogue catalizador que ha permitido la oxigenación de las asfixiantes condiciones de depredación cleptocrática que tenía al pueblo hasta el copete.

La primavera chapina debe proseguir hasta su máxima florescencia sin perder de vista que requerimos una serie de reformas del Estado que deben erigir los pilares institucionales colapsados. Y estemos conscientes de que no es solo cortar las cabezas de las serpientes si estas vuelven a multiplicarse debido a que aún se mueven en el espacio libre que dejan los sistemas ineficientes, complicados y corruptos.

Como dice Neil Ferguson en su libro La Gran Degeneración, la cultura, siendo el patrón recurrente de comportamiento por el cual los grupos sociales transmiten el conocimiento y los valores, es el corazón de las fortalezas y las debilidades de las naciones. Por lo tanto, si queremos progresar como nación, “necesitamos un cambio de mentalidad en aspectos tan importantes como: cultura de la legalidad e imperio de la ley, esfuerzo y riqueza, educación, familia y la promoción de una cultura emprendedora”.

Examinemos la responsabilidad que todos hemos tenido en la siembra de mala hierba en esta Guatemala que algunos consideran su parcela. Somos nosotros los que hemos elegido a los que hoy tenemos. Lamentable admitirlo, pero es así. No debemos cometer el mismo error. Votemos este domingo por el que consideramos el candidato mejor y más calificado. Ya tendremos en la segunda vuelta la oportunidad de volver a analizar entre dos opciones.

Considero que es un error el antivoto. Eso solo prolonga la negra noche de la que apenas estamos saliendo. Votemos con la cabeza, no con el temor. Eso fue lo que hicimos las elecciones pasadas y el resultado está a la vista.

Démosle el voto al que hemos analizado, evaluando sus credenciales, su experiencia, su capacidad, su equipo. Votemos por sus diputados para que lleguen al Congreso con posibilidad de incidencia e influencia en la arena parlamentaria, la más importante y trascendente para los próximos cuatro años. Ahí es donde se determinará el rumbo de Guatemala.

alfredkalt@gmail.com

ESCRITO POR:

Alfred Kaltschmitt

Licenciado en Periodismo, Ph.D. en Investigación Social. Ha sido columnista de Prensa Libre por 28 años. Ha dirigido varios medios radiales y televisivos. Decano fundador de la Universidad Panamericana.