FAROCrecimiento de pobres y ricos

RODRIGO CASTILLO DEL CARMEN

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Dos mil quinientos millones de personas de todas las nacionalidades han constituido en los últimos veinte años una clase cuyos valores y nivel de vida se aproximan a los de las clases medias occidentales. Las mayores concentraciones se observan en la India y China, que de esta manera acopian los beneficios de su liberalización económica y su rápido progreso.

Pero hay otros países en que está ocurriendo lo mismo: Brasil, Chile, Malasia, Sudáfrica, Malí, Túnez. El Banco Mundial ha registrado cincuenta y cuatro países que han sobrepasado los índices de crecimiento de otras naciones ya ricas; y se espera que en tres décadas los alcancen.

Las estadísticas internacionales no toman en cuenta el poder adquisitivo y subestiman el papel de las economías informales. Por ejemplo, en Paquistán éstas representan la mitad de los recursos, aun sin considerar los enormes ingresos provenientes de la exportación de drogas a Occidente.

En Karachi un dólar vale más que en Nueva York. Por tanto, un habitante de Paquistán o de Bangladesh es más pudiente de lo que sugieren las estadísticas. Lo mismo sucede en todos los países pobres o relativamente pobres.

Las naciones africanas son las únicas rezagadas, y entre ellas Nigeria es el único país grande que retrocede. El desarrollo se va observando en mayor o menor grado en todas las religiones y civilizaciones, siendo sus claves más políticas que culturales.

Algunos países productores de petróleo derrochan sus recursos a causa de su desorganización interna; Nigeria, Argelia, Irán, así como Venezuela, a pesar de no ser africana ni musulmana. En cambio, otros países islámicos sin grandes recursos naturales, como Túnez y Malasia, se desarrollan rápidamente gracias a su inteligente decisión de haber invertido en la educación para todos.

Como vemos, ninguna civilización está condenada por naturaleza a la pobreza. Su destino depende del camino que siga. El despegue de China y la India siguió inmediatamente a su liberalización y globalización. La Argentina es un país abierto, pero en regresión desde que el Estado confiscó los depósitos bancarios.

El surgimiento de una nueva clase media mundial no cuadra con las tradicionales lamentaciones rituales en torno a los ricos que se enriquecen y los pobres que se empobrecen. La realidad es otra: además de los ricos, los pobres también pueden enriquecerse.

No debemos estar en una economía maltusiana, donde la riqueza de unos lleva al empobrecimiento de otros. Al prosperar la clase media mundial debe acelerar el crecimiento de todos: pobres y ricos.

Píldora de humor.

-Un hombre llega y se sienta a comer y su mujer le dice:

-¿Te sirvo?

-Bueno, algunas veces sí.

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