Recientemente se ha denunciado que desde la asunción al gobierno del FRG la mafia de la droga se ha infiltrado peligrosamente en las esferas gubernamentales; acusación que lleva a catalogar a Guatemala como un narcopaís o narcoestado.

El dinero y los ingresos provenientes de las drogas ilegales no sólo constituyen una pérdida neta para el crecimiento económico, sino que las organizaciones criminales relacionadas están generando una inseguridad incontrolable en el país a través de la corrupción, la intimidación y la violencia. Nos encontramos experimentando un fenómeno social, político y económico de amplitud y proporciones aterradoras.

Hasta el día de hoy ninguna medida política ha logrado controlar, ni mucho menos erradicar, el narcotráfico. Los aparentes esfuerzos se han convertido en un boomerang, pues tanto la producción, el tráfico y el consumo de drogas sigue ascendiendo y contaminando no sólo a policías, jueces, políticos y gobernantes, sino los sistemas políticos, creando así una nueva dimensión social que busca su permanencia en el poder: la narcopolítica.

La corrupción sin precedentes que hoy sufre Guatemala se da por las elevadas sumas de dinero que están involucradas en el negocio de la droga. El poder económico genera poder político y poder social. Hay que tener en cuenta que por su naturaleza delictiva y por el poder del dinero, los narcotraficantes están mejor preparados e inescrupulosamente dispuestos a librar cualquier batalla y ganarla.

Lo más grave de todo esto es la distorsión permanente de los valores: es un cáncer social en el que predomina el culto al dinero fácil y, como lo estamos experimentando diariamente, hay un total menosprecio por la vida humana.

El lavado de dinero es un problema global. El traslado de millones de dólares para las transacciones no se hace en cajas fuertes ni caben en los cajones o escritorios de un empleado de banco, sino mediante los sistemas financieros nacionales e internacionales. Según algunos analistas económicos, tanto el sistema económico-financiero nacional e internacional se están convirtiendo en los grandes adictos del negocio de las drogas.

El negocio del narcotráfico mueve tal cantidad de dinero, está infiltrado de tal manera en las altas esferas de poder, abarca un mercado mundial de tal magnitud y corrompe a tal cantidad de seres humanos, que desarticulando las bases del sistema social destruye todos los valores de la sociedad moderna y refleja los elementos más profundos de una crisis capaz de arrastrar a millones de personas a la autodestrucción ante la apariencia de un mundo que para muchos parece no valer la pena de ser vivido.

Píldora de humor.

-Compadre, usted que sabe de todo, ¿cómo se dice, gripa o gripe?

– Se dice gripe.

– Ah, entonces, estoy agripedo.