El gobierno amarró de tal manera sus negocios, que llegamos a dudar que hubiera una salida. Vimos pasar —no sin cierta humillación y cólera apaciguada— la corrupción delante de nuestros ojos. Pero las marchas cobran fuerza. La multitudinaria de ayer, Día Internacional de los Trabajadores, direccionó la consigna laboral hacia la petición de renuncia del presidente Otto Pérez y la vicepresidenta Roxana Baldetti.

Los grandes grupos tradicionales se hicieron presentes, incluidos los maestros en rebeldía —aquellos que no se subyugan a la nociva tiranía de Joviel Acevedo—, pero, además, hay un segmento al cual me referiré. Es la convergencia de estudiantes de las universidades de San Carlos de Guatemala y Rafael Landívar en la misma protesta.

Hace décadas, la Usac fue la esperanza del pueblo, la institución llamada a subvertir el estado de opresión, la que cerró filas contra de las dictaduras. Durante los años 1980 fue reprimida por los gobiernos militares. Muchos estudiantes y docentes fueron asesinados, otros se fueron del país y algunos se quedaron aportando conocimiento a las nuevas generaciones. A estos no les fue posible, sin embargo, detener la demolición ideológica que surgió ante ellos. En la Usac se infiltró el desorden, el envilecimiento institucional tanto en la rectoría como en sindicatos y asociaciones estudiantiles. Los estudiantes ganaron fama de bandoleros porque algunos dieron en quemar llantas, secuestrar buses y paralizar el tráfico para pedir dinero, todo en nombre de un marxismo que ni conocían. Justos y pecadores se ganaron la antipatía popular. Debido a ello se estigmatizó al sancarlista como un individuo haragán y “comunista” que no sabía ni donde andaba.

Así las cosas, todo parecía triste en ciudad gótica hasta que la corrupción estalló dentro de los mismos intestinos del gobierno. Afloró, entonces, el sancarlista inteligente, rebelde, que hoy pide firmas, marcha, tiene pensamiento crítico y el valor de dar la cara sin la capucha. Simultáneamente, hay estudiantes de universidades privadas, especialmente de la Landívar, que conscientes de la realidad han venido aportando ideas, proponiendo cambios y manifestando en las calles. Sancarlistas y landivarianos participaron en la histórica manifestación del 25 de abril. No hubo llantas quemadas sino universitarias(os) y docentes cerrando filas a la corrupción. Son parte de ese “grupo” que quiere minimizar el presidente.

Una chispa —acaso encendida en las aulas por esa docencia digna que sobrevivió a los crímenes de los 80— prende fuego sobre un punto de la plaza. Es el surgimiento de la nueva protesta guatemalteca. Los estudiantes se unirán otra vez hoy a las 3 de la tarde y el próximo 16 de mayo para continuar con las manifestaciones. Ayer se hicieron presentes con pancartas algunos de la Universidad del Valle. Podrían sumarse los estudiantes conscientes de la Mariano Gálvez.

La protesta más peligrosa es la pacífica.

@juanlemus9