LIBERAL SIN NEO

Los culpables

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¿Quiénes son los culpables? Esta pregunta está detrás, de manera subliminal, de una atormentante realidad endémica; el bajo nivel de vida —o más bien de miseria— en el que subsiste una importante cantidad de habitantes en este país. En días recientes se dieron a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014, que ha traído al frente mucha discusión y opinión.

Un reportaje señala que 3.1 millones de habitantes “captan” el 3.3% de la riqueza, mientras otros 3.1 millones “captan” el 57.3%. Dicho de otra manera y citando el estudio del INE, “el 20% más rico de la población capta más de la mitad (57.3%) de los ingresos del país”. El Encovi señala que “la riqueza que genera la economía sigue concentrada en 20% de la población que captura 60% de ese caudal y no existe una distribución equitativa”.

No discuto con la estadística, pero si con el lenguaje. Presenta la distribución del ingreso como lo que unos y otros “captan” de un “caudal” del beneficio que genera la “producción nacional” o la riqueza que “genera” la economía nacional. Esta forma de presentar las estadísticas evoca una especie de “chorro” o “caudal” que “el país” produce y algunos se las ingenian para colocarse debajo de él, para “captar”, excluyendo a otros. Evoca un río del que unos pocos desvían y extraen el caudal para sí, sin dejar agua para los que están más abajo del afluente.

La palabra “captan” debe sustituirse con la palabra “producen”. Ralph Waldo Emerson escribió que “no hay historia propiamente, solo biografía”. En este sentido, “el país”, propiamente dicho, no produce nada. Vaya a ver usted que “el país” le hable, escuche, derrame una lágrima o meta un gol.

El problema está mal planteado. La distribución del ingreso está en función de la distribución de la producción, que efectivamente está concentrada. La pregunta que obsesiona es ¿por qué tienen tan poco? La pregunta correcta es ¿por qué producen tan poco? Subrayo que no digo que los pobres son los “culpables” de su pobreza. Afirmo que los más pobres los son porque no tienen oportunidades de obtener un buen empleo, reunir capital para emprender o acceso a mercados. Lo único que eleva el nivel de ingreso de las personas —en cualquier tipo de organización social— es el capital invertido por trabajador.

“Un buen ejemplo de distribución equitativa”, se dice, “es Chile, donde la riqueza se distribuye en forma menos desbalanceada que en Guatemala”. Lo que no se menciona es que en Chile, las empresas no pagan impuesto sobre la renta —solamente las personas, cuando retiran las utilidades de la empresa—. En Chile rige el sistema del cheque educativo; las familias y estudiantes reciben una subvención y deciden en qué colegio o instituto quieren gastarlo. En Chile priva un sistema de pensiones de ahorro individual, con instituciones privadas, hecho que brinda una poderosa fuente de ahorro, inversión y capital de largo plazo. Guatemala no se convertirá en Chile exigiendo “mayor igualdad”; lo podría hacer emulando algunas de las políticas que han conducido a su mayor prosperidad.

Sobre la pobreza y su distribución no hay discusión. La discusión estriba sobre las causas y posibles soluciones. Ver el ingreso como un pastel o caudal que se distribuye de manera injusta por la voracidad de unos pocos, ignora las causas de la prosperidad. Es ver el mundo y los problemas sociales desde la óptica del feudalismo y la lucha de clases. Estos argumentos se obsesionan con la desigualdad, pero no ofrecen orientación sobre el problema fundamental; la formación de capital, inversión y producción.

ESCRITO POR:

Fritz Thomas

Doctor en Economía y profesor universitario. Fue gerente de la Bolsa de Valores Nacional, de Maya Holdings, Ltd., y cofundador del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN).