REGISTRO AKÁSICO
Los nuevos
La izquierda enfrenta el reto de integrar posiciones en los diferentes ámbitos de participación. La disgregación supone falta de Norte, en las diferentes agrupaciones y líderes.
Los socialdemócratas se han tragado sin empacho favorecer la quiebra de la industria textil, que aporta el 8.9% del PIB, y supone la pérdida de alrededor de cien mil empleos directos. Lo hacen porque unos licoreros y otros empresarios han sabido colarse en las ventajas tributarias, que originalmente se destinaban a las maquilas. ¡Que se quede en la calle medio millón de personas, pero que no hayan privilegios fiscales! Parecen decir.
Los socialistas están perdidos en la historia, sus luchas envejecen como sus líderes. De algún lugar viene el financiamiento para procesos que han perdido importancia. Además, no se les ocurre otra cosa que oponerse a la inversión en energía. No desean desentonar con los ecologistas que saltan como ranas, a las posiciones de la derecha más deleznable.
Los socialsindicalistas están dispuestos a frenar toda la libre locomoción del país, son felices con pactos leoninos que sangran los recursos públicos. Pero son incapaces de ofrecer un voto por los partidos de izquierda; al contrario, sustentan con sus votos a las posiciones partidarias derechistas.
Los socialnativistas no crecen electoralmente. Se apoyan en el voto de los que llaman “mestizos”. Sus candidatos son de listado nacional, no de las regiones “indígenas”. Son incapaces de entender a programas donde los trabajadores cobren menos del mínimo, a cambio de un trabajo formal que los saque del desempleo.
La izquierda ideológica pide a los jefes de los partidos de la izquierda electoral que se difundan las diferentes posiciones para enfrentar los problemas nacionales. La izquierda electoral funciona sin mencionar la existencia de diferentes puntos de vista, tanto entre su militancia como en los partidos no electorales. Fomentan una idea de consenso, de pensamiento único, de falta de debate que solo enmascara la inoperancia de sus posiciones. Nunca afirman la necesidad de generar procedimientos de acumulación de fuerza que eduquen en la democracia. De esa cuenta, se produce el alejamiento de las masas de los procesos electorales, con el consiguiente resultado catastrófico en los comicios.
Los nuevos diputados, Álvaro Velásquez y Sandra Morán, expresan nuevas iniciativas cargadas con la renovación del discurso y las demandas, que se opera en el ámbito mundial. Se espera su articulación; o al menos, no entrar en contradicción con los representantes de las otras expresiones de izquierda. Existe una demanda imperiosa de situarse en el siglo XXI, de ejercer la nueva política.
Deben tener cuidado de viejos inquilinos del Congreso, que desean domeñar a los nuevos representantes. Los llamados a la unidad de quienes han usufructuado una posición como monopolio expresan mediocridad. Buscan convertir a los nuevos, en fieras que salten entre los aros en llamas, que rujan, que manoteen las sillas, pero que sigan las órdenes del domador. ¡Cuánta responsabilidad se ha depositado sobre los hombros de la nueva bancada de izquierda!