REGISTRO AKÁSICO
Seriedad en la convivencia internacional
El aviso es simple y claro. El vicepresidente Mike Pence, redactor de la Ley Patriótica, político favorable a la industria del carbón sin importar lo contaminante, pidió frenar la migración indocumentada.
El izquierdista Andrés Manuel López Obrador, ganador de la Presidencia mexicana, en paralelo con esa petición, indicó que se esforzaría para generar trabajo en la tierra donde se ha nacido y el viajero, solo fuera por gusto.
Mientras tanto, en el país, la vivencia surrealista, el mundo al antojo, lo que me da la gana, hace presa a los funcionarios, medios de comunicación e intelectualidad. En lugar de concentrarse en sus deberes y tranquilizar a la potencia americana surgen las más extremistas posturas. Se busca asuntos conflictivos para restregarlo en la cara del gringo.
El cuidado de la niñez en el país es francamente deficiente. Recuérdese la quema de una prisión para menores infractores y resguardados. La falta de familias aptas para adoptar o cuidar provisionalmente a menores bajo medidas judiciales. A una funcionaria le arrebataron a su hijo adoptado porque no había cumplido con los trámites administrativos. ¡La ley a rajatablas!
Norteamérica cuenta con una larga historia en despojar a los padres del cuidado de sus hijos y confiarlos a hospicios. Los indigentes, los adictos al alcohol o drogas, hasta los insolventes, han sido desposeídos de la prole, pues se les juzga incapaces de criarlos. Obviamente esa posición choca contra nuestras tradiciones de crianza e indiferencia. Aunque después se generen graves problemas.
Que se tengan los hijos que se quieran y se endosa la responsabilidad. Antes, la olla en el suelo, enfrente de la puerta del convento o la casa del rico. La costumbre colonial ya no se practica, ahora se usa dar limosna. Para el efecto, los limpia vidrios, los cuidadores de estacionamientos, los rateros de insignias, la prostitución por pobreza, los payasos y malabaristas de esquina etc.
Despojar de sus hijos a los extranjeros que arriban a los EE. UU. es una práctica inclemente. Se aplican criterios ajenos a los recién llegados. Se piensa encontrar la misma indulgencia del país de origen. Nada de eso. Rigor legal extremo, economía despiadada, derechos laborales exiguos. Valga decir, no hay esclavitud, pero si una disciplina social muy rigurosa. El migrante es explotado, largas horas bajo el sol para recoger cosechas, jornada extensa iniciada en la madrugada. Una falta basta para ser expulsado. Los conductores de auto ebrios se van afuera. Quizás por eso, la mitad de los desempleados no quieren emigrar. Si se considera a la población total, sólo una tercera parte ya no quiere vivir aquí.
No obstante, en el extranjero hay trabajo. El migrante se sacrificará por sus familiares, enviará una parte de su sueldo. El país vive de esa abnegación. Entonces, ¿por qué las rabietas histriónicas contra el gobierno norteamericano? Algunos emigrantes llevan a un hijo para ayuda en las tareas domésticas, mientras dejan el resto de la prole con la promesa de enviar la remesa.
Existe un plan llamado pomposamente Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte. Exiguo en fondos, destinado a recoger información para exigir medidas represivas. Todo se va en oenegés. Ese plan no conseguirá resultados, se necesita medidas parar crear nuevos puestos de trabajo y fortalecer nuestra forma de vida. El necio no es solamente terco sino falto de inteligencia, ignora que le conviene. Muchas veces argumenta con obstinación sin observar las consecuencias de su porfía. ¡Se debe controlar la migración indocumentada!o