CON NOMBRE PROPIO

Sobre legitimidad

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Los franceses nos legaron “La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano”, uno de los documentos básicos de su revolución. Una declaración vigente en el siglo 21.

La Asamblea Constituyente necesitaba marcar el reconocimiento no solo de los Derechos sino también pretendía construir un nuevo andamiaje estatal. Hartos del abuso y la corrupción de la clase gobernante, decidieron un nuevo sistema, un nuevo orden.

En el artículo II señalaron: “La finalidad de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre.

Esos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión”. Más adelante “la ley es expresión de voluntad de la comunidad.

Todos los ciudadanos tienen derecho a colaborar en su formación, sea personalmente, sea por medio de sus representante”.

Adelantándose a su época fijaron un punto medular para la vida en sociedad: “ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos al orden público establecido por la ley”. Sostuvieron una idea básica: “la sociedad tiene derecho a pedir a todos sus agentes cuentas de su administración”.

Por cierto, dichosos quienes saben francés, debe ser lindo estudiar y analizar documentos propios de la revolución en su idioma originario. Las traducciones hacen perder los sentidos y los balances. Pero como la vida es paradójica, hoy vemos hasta un candidato mofarse en ese idioma, tener acceso a textos básicos de derecho para con sus actos convertirse en cómplice de la ausencia de la rendición de cuentas y declarar hartazgo a las manifestaciones. Está acostumbrado a tumbar gobiernos y ser apologista de la represión.

Recordamos a los franceses porque estamos en un momento de cambio y el principal obstáculo son los “más grandes” partidos políticos (en Francia a finales del siglo 18 era la realeza).

Estas organizaciones, con contadas excepciones, han sabido hacer de la corrupción su hoja de vida. Han encontrado que con recursos de mercadeo y plata hasta el cogote ganan elecciones. Pero para gobernar se requiere más que maquillaje.

Es la clase política la que no entiende terminada la borrachera de poder y ahora empieza la resaca.

Ya tenemos una república y una democracia formal, por eso no se trata de romper el marco constitucional, solo un irresponsable podría decir eso.

Las elecciones por sí mismas no brindan legitimidad, ella viene de la gestión de gobierno, ese es el punto.

Si las cosas siguen como están, la resistencia a la opresión, tal como los franceses lo señalaron y nuestra constitución lo reconoce, será la opción y eso hará para quienes mandan más difícil que la goma se les cure.

 abalsells@ea.com.gt

ESCRITO POR:

Alejandro Balsells Conde

Abogado y notario, egresado de la Universidad Rafael Landívar y catedrático de Derecho Constitucional en dicha casa de estudios. Ha sido consultor de entidades nacionales e internacionales, y ejerce el derecho.