ENCRUCIJADA
Vergüenza nacional
Actualmente (datos de 2014) hay cerca de 9 millones de guatemaltecos en una situación de pobreza: casi un millón y medio más que hace 3 años (en 2011). Son personas sin suficientes recursos para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda y servicios. Aquellos en una situación de pobreza extrema, con ingresos tan bajos que ni siquiera pueden alimentarse bien, eran casi 2 millones tres años antes y ahora son casi 4 millones: virtual duplicación del número de guatemaltecos en pobreza extrema en 3 años. Es chocante, porque entre 2006 y 2011 se había reducido fuertemente el número de pobres extremos, especialmente entre los indígenas. Pero actualmente la población indígena es la más afectada por el aumento de la pobreza y de la pobreza extrema entre 2011 y 20014: en 2011, el 73% de la población indígena estaba en una situación de pobreza y ahora es el 79%. En otras palabras, 8 de cada 10 indígenas están ahora en una situación de pobreza. Y de estos 8 ahora hay 4 en pobreza extrema, y no 2, como en 2011.
¿Qué tipo de país tenemos? Estos datos no significan mejoras graduales. Son retrocesos terribles. La economía guatemalteca ha estado creciendo en torno al 4% por año en los últimos años, y ha aumentado la inversión extranjera, pero ¿qué impacto ha tenido en reducir la pobreza? Los de abajo no se benefician de este patrón de crecimiento. Ingresos de las clases medias y altas crecen, pero las capas bajas y especialmente indígenas quedan igual o empeoran. Estamos hablando de un país fracasado para la mayoría de los guatemaltecos: 6 de cada 10 guatemaltecos están en una situación de pobreza.
Basta ya de estar anunciando con satisfacción que somos una economía que avanza, con estabilidad macroeconómica, con crecimiento constante, inflación baja, reservas altas y déficit fiscal reducido. Eso podrá ser necesario, pero es absolutamente insuficiente. Hay que hacer un esfuerzo nacional y decidido por sacar a esos millones de guatemaltecos de la pobreza y especialmente de la pobreza extrema. No requiere solo programas sociales, aunque sí tienen impacto, como lo demostró la reducción de la pobreza extrema entre 2006 y 2011. Estos programas son necesarias, pero no suficientes y deben ser institucionalizadas. También se requiere una nueva política económica que se concentre en apoyar a los pequeños productores, a los campesinos sin tierra, a los marginados en áreas urbanas y a nuevos emprendedores. Basta de concentrarse en promover megaproyectos y alianzas para atraer grandes inversiones que solo benefician a los mismos. Basta de exenciones para mantener industrias incapaces de competir, como muchas textileras, o promover los inconstitucionales salarios diferenciados. Con más de lo mismo no vamos a resolver problemas que solo empeoran. Requerimos un gobierno, un Estado, que se concentre en atender a los más pobres, de verdad; que promueva una transformación económica y social del país y no más de lo mismo.
Una de las promesas de Macri, el nuevo presidente de Argentina, y a quien nadie puede acusar de radical, ha sido que va a terminar con la pobreza extrema. ¿Y en Guatemala? A pesar de ser información de 2014, el INE presentó estos datos de pobreza después de las elecciones y, además, no comparó 2014 con 2011, sino con 2006. Evitó así el debate electoral y el análisis de los últimos tres años, cuando el deterioro se aceleró.
Sacar a los 9 millones de guatemaltecos de la pobreza requiere una política económica y social decidida y con suficientes recursos. ¿Y dónde está? En ningún lugar.
fuentesknight@yahoo.com