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Fatiga por compasión: cuando cuidar de los animales puede llevarte a la depresión

Las personas que trabajan todos los días con animales en clínicas veterinarias y refugios a menudo se sienten atraídas por estas actividades porque lo ven como su vocación.

La fatiga por compasión suele ser más difícil de diagnosticar que la fatiga por ansiedad, por estrés o emocional. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

La fatiga por compasión suele ser más difícil de diagnosticar que la fatiga por ansiedad, por estrés o emocional. (Foto Prensa Libre: Getty Images)

Pero cuando se enfrentan al sufrimiento y a la muerte de los animales de forma habitual la realidad pasa a ser otra.

Una reciente investigación presentada en la convención anual de la Asociación Americana de Psicología, que se celebró en agosto en Chicago, concluye que los empleados y voluntarios en este campo tienen un riesgo especialmente pronunciado de sufrir depresión, ansiedad e incluso de cometer suicidios.

Están predispuestos a contraer el síndrome burnout -un estado de agotamiento emocional, físico y mental causado por el exceso de trabajo o el estrés- y también la llamada fatiga por compasión: un sentimiento de indiferencia hacia el sufrimiento causado por el exceso de exposición al mismo.

Los expertos creen que el personal sanitario en hospitales, centros de salud o incluso en residencias de ancianos, también está expuesto a este síntoma, que está muy relacionado con la capacidad humana de sentir compasión y empatía.

“Sabes que van a morir”

“Muchas veces estás frente a frente con estos animales y sabes que no puedes salvarlos, y que van a morir”, dice Andressa Ciccione, de 29 años, que participa regularmente en el rescate de animales maltratados o abandonados en la ciudad de Sao Paulo, Brasil.

“Los miras a los ojos. Es muy triste y frustrante. Duele mucho”.

Un veterinario abraza un caballo
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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La exposición a la eutanasia de rutina contribuye a niveles preocupantes de problemas de salud mental entre los veterinarios.

“Hay mucha maldad en el mundo y estas cosas nos afectan”, agrega.

Ciccione también es vegana y se describe a sí misma como una activista independiente de los derechos de los animales.

Le cuenta a BBC Brasil que la misma empatía hacia los animales que la impulsa a ayudarlos, a veces también le provoca sentimientos de impotencia, ansiedad y estrés.

Pero afirma que, a pesar del efecto que esto tiene en su salud mental, continuará trabajando con animales.

“Sabemos que estas cosas nos afectan, pero el amor es más fuerte. Los animales necesitan nuestra ayuda. No podemos quedarnos de brazos cruzados“.

Andressa Ciccone
(Foto Prensa Libre: Andressa Ciccone)
Andressa Ciccone
Andressa Ciccone dice que ser testigo del sufrimiento de los animales tiene consecuencias en su salud mental.

Alto riesgo de suicidio

Otras investigaciones anteriores descubrieron que los veterinarios se encuentran entre los profesionales más afectados por problemas de salud mental.

Un estudio publicado en enero en el Journal of the American Veterinary Medical Association reveló que, entre 1979 y 2015, la tasa de suicidios entre los veterinarios era entre dos y tres veces y media mayor que la de la población estadunidense en general.

Katherine Goldberg, veterinaria de la Universidad de Cornell, en el estado de Nueva York, dijo durante la conferencia en Chicago que “los rasgos de la personalidad junto con las demandas profesionales y el entorno de aprendizaje probablemente contribuyen” a este elevado riesgo de suicidio.

La última investigación sobre el tema fue presentada por Angela Fournier, profesora del Departamento de Psicología de la Universidad Estatal de Bemidji, Minnesota.

Su estudio analizó el comportamiento de empleados y voluntarios en refugios de animales o centros de rescate, y el de activistas a favor del bienestar animal y de los derechos de los animales.

Gatito alimentado con biberón
(Foto Prensa Libre: Getty Images)
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Los veterinarios, voluntarios y activistas de animales a menudo se involucran en el bienestar animal porque lo ven como su vocación.

“Las personas involucradas con el bienestar animal están expuestas al maltrato animal, la negligencia y la opresión de manera regular, así como a la eutanasia rutinaria, que es común en estos entornos”, dijo Fournier.

“Los trabajadores del refugio están atrapados en un dilema. Por un lado cuidan de un animal, pero por otro, a lo mejor ocurre que tiene que acabar con la vida de ese animal”.

El estudio sugiere que esto provoca un gran sentimiento de culpa, que puede conducir a la depresión, la ansiedad y el insomnio, así como a mayores probabilidades de mayores conflictos familiares y laborales, y a una baja satisfacción laboral.

Salvarlos a todos

Luisa Mell es una presentadora de televisión brasileña que en 2015 fundó un refugio para rescatar y encontrar hogares para perros y gatos abandonados.

Pero su activismo por los derechos de los animales viene de hace mucho, le cuenta a la BBC.

“Cuando comencé, la gente se reía de mí cuando lloraba por los animales que veía en la televisión”.

Luis Mell con un perro
(Foto Prensa Libre: Luisa Mell)
LUISA MELL
A Luisa Mell le costó aceptar que “no puede salvar a todos los animales del mundo”.

“He visitado muchas ONG y refugios de animales y muchas veces me deprimí al ver las condiciones de vida, el hacinamiento. Estas organizaciones necesitan ser más profesionales”.

A principios de este año, su equipo se unió a las autoridades ambientales en una operación de rescate de más de 1.500 perros que vivían en un refugio señalado por maltrato animal.

Muchos animales recibieron atención, pero otros terminaron muriendo.

Mell dice que, tras esta operación, “se estaba volviendo loca”: “Decidí alejarme un tiempo”, dice.

Dejó las redes sociales y decidió hacer un viaje familiar para aliviar el estrés.

“Antes estaba desesperada porque me daba cuenta de que no podía ayudar a todos los animales. Hoy he aceptado que no puedo salvar a todos los animales del mundo, así que haré lo que pueda”, reconoce.

“Cada animal vale todo el esfuerzo”.

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