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La amígdala de la procrastinación: por qué hay gente que pierde el tiempo más que otra antes de emprender una tarea

¿Alguna vez has pospuesto una tarea ineludible por ponerte a hacer otra cosa menos importante o urgente? ¿Es algo que haces de forma habitual?

A eso se le llama procrastinación y, según un estudio reciente, las causas de este comportamiento hay que buscarlas en el cerebro.

Según una investigación publicada en la revista Psychological Science hay gente que pierde más el tiempo que otra y esto puede ser por la forma en la que funcionan las conexiones cerebrales.

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Los investigadores sometieron a 264 personas a una encuesta y también escanearon su cerebro para examinar sus respuestas.

Tras el análisis, comprobaron que son fundamentalmente dos áreas del cerebro las que determinan si es más probable que uno se ponga directamente a realizar una tarea o, por el contrario, decida dejarla para más tarde.

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También concluyeron que la procrastinación tiene que ver en realidad más con el manejo de las emociones que con cómo administramos el tiempo.

La amígdala, culpable

El equipo de científicos descubrió que la amígdala, una estructura en forma de almendra en el lóbulo temporal del cerebro que procesa nuestras emociones y controla nuestra motivación, era más grande en aquellos que acostumbran a postergar las tareas.

También observaron que en estas personas, las conexiones entre la amígdala y una parte del cerebro llamada córtex del cíngulo anterior (CCA) eran más pobres y deficientes.

El CCA usa la información proporcionada por la amígdala y decide qué acción tomará el resto del cuerpo.

En definitiva, esta comunicación hace que la persona se mantenga centrada, bloqueando emociones y distracciones que resten atención a lo que está haciendo.

“Las personas con una amígdala más grande pueden sentir más ansiedad por las implicaciones negativas ligadas a realizar una determinada tarea. Suelen dudar y posponer labores con más frecuencia”, asegura Erhan Genç, uno de los autores del estudio, y académico de la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania).

Los investigadores sugieren que la gente que procrastina tienen más dificultades para filtrar las emociones y las distracciones que interfieren en la realización de una actividad ya que la comunicación entre su amígdala y su CCA no son tan buenas como en las personas proactivas.

El control de la mente

El profesor Tim Pychyl, de la Universidad Carleton (Canadá) ha estudiado la procrastinación durante las últimas décadas y cree que la razón detrás de la cual una persona pierde más el tiempo que otra tiene más que ver con la forma en la que cada uno gestiona sus emociones, más que con el manejo del tiempo en sí mismo.

“Este estudio ofrece evidencia psicológica de que el verdadero problema quienes retrasan sus tareas es la falta de control sobre sus emociones. Demuestra cómo los centros emocionales del cerebro pueden realmente afectar a la capacidad de auto-control de una persona”, afirma.

Pychyl, sin embargo, cree que hay formas de cambiar la manera en la que actúa el cerebro.

“Varias investigaciones ya ha demostrado que la práctica de la atención plena (mindfulness) se relaciona con la contracción de la amígdala, la expansión de la corteza prefrontal y el debilitamiento de la conexión entre estas dos áreas”.

La doctora Caroline Schluter, autora principal del estudio sobre la procrastinación, también cree en la capacidad de adaptación del cerebro para adaptarse.

“El cerebro es muy receptivo y puede cambiar a lo largo de nuestra vida”, destaca.

Cómo evitar la proscrastinación

La experta en productividad Moyra Scott cree que debemos tener en cuenta nuestra personalidad a la hora de motivarnos a nosotros mismos para hacer una tarea que no queremos hacer.

“Necesitamos reconocer cuándo estamos demorando una actividad innecesariamente y tener ‘trucos’ que nos ayuden a luchar contra esto”, le dijo a la BBC.

Algunos de sus mejores consejos son:

– Si no tienes una fecha límite impuesta, usa un temporizador para centrarte en la tarea por periodos de tiempo previamente establecidos. Por ejemplo, 25 minutos seguidos de trabajo con descansos de 5 minutos y un descanso más largo cada 90 minutos.

– Escribe una lista de tareas pero divídela en otras más pequeñas y específicas. Esto las hace más realizables.

– Intenta reducir las interrupciones tales como los mensajes o correos que te llegan al celular. Intenta dejarlo en modo avión o ir a un lugar donde no te molesten a trabajar.

– Estar “ocupado” es una buena excusa para evitar hacer lo que no nos gusta. Nos dedicamos a hacer otras tareas menos aquella que menos nos place y nos engañamos a nosotros mismos diciendo que no tenemos tiempo. Sí tienes tiempo, simplemente has de ponerte a ello.

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