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Los compuestos químicos que están en casi todas partes y pueden interferir con nuestras hormonas

Se llaman "disruptores endocrinos", interfieren en nuestro sistema hormonal y es virtualmente imposible escapar de ellos.

Pueden estar escondidos en el plástico, en los perfumes, en el maquillaje y en las latas de comida.  Hay cerca de 800 compuestos químicos conocidos que son sospechosos de ser capaces de interferir con nuestras hormonas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Aunque la gran mayoría no han sido analizados, el año pasado la Comisión Europea identificó 66 compuestos químicos que mostraban “una clara evidencia de actividad endocrina perturbadora”, como parte de una propuesta para la regulación de su uso.

Y concluyó que “los humanos tienen probabilidad de estar expuestos a 60” de ellos, entre ellos bisfenol A (BPA), dioxin, atrazine y varios ftalatos.

Cada vez más estudios vinculan contaminantes como estos a daños para nuestra salud que van desde la infertilidad a un mayor riesgo de cáncer, según evidencias probadas científicamente en estudios con animales.

Pero a falta de pruebas en humanos, la gran mayoría de esos compuestos sigue presente en cientos de productos que usamos a diario.

En juguetes para niños, en la comida y en la pintura de uñas


El grupo de los ftalatos se usa por ejemplo en productos tan variopintos como juguetes para niños, suelos de vinilo, detergentes y productos de limpieza, envoltorios y envases de comida, juguetes sexuales, productos de belleza e higiene como pintura de uñas, lacas para el pelo, lociones para el afeitado, jabones, champús, perfumesy otros productos con fragancia.

Entre las 66 sustancias identificadas como de riesgo por la Comisión Europea están varios ftalatos (BBP, DEHP, DOP y DBP).

Uno de ellos, el DBP, es el que “históricamente se ha usado más en productos cosméticos”, según la Food and Drug Administration de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés). La industria lo usaba como un plastificador en productos como la pintura de uñas para hacerlos menos quebradizos.

Según la FDA este tipo de ftalato ahora se usa menos, pero hay otros, como el DEP que sigue siendo de uso común.

Otro de los grandes sospechosos es el bisfenol A (BPA), presente en envases de alimentos como botellas de plástico o latas, y en cosméticos, juguetes, CDs y hasta hace poco biberones.

El hecho de que algunos contaminantes hormonales ya no se usen tanto o estén prohibidos no garantiza que no estemos potencialmente expuestos a su efecto nocivo porque según la Organización mundial de la Salud algunos producen consecuencias que pueden afectar a la descendencia de varias generaciones.

¿Cual es el riesgo para nuestra salud?

Tanto animales como humanos tienen una mayor vulnerabilidad a estos productos químicos durante períodos críticos de desarrollo, como dentro del útero de la madre o durante la pubertad.

Según la OMS, los efectos de una exposición temprana se pueden manifestar en cualquier momento de la vida, en enfermedades como el cáncer de mama y de próstata, infertilidad, pubertad precoz, obesidad, trastornos metabólicos y diabetes de tipo 2.

Las advertencias sobre el daño potencial de estos compuestos químicos se basan en el hecho de que los sistemas endocrinos son muy parecidos en todas las especies vertebradas.

Según un informe de la OMS de 2012, “los efectos vistos en la vida salvaje o en experimentos con animales pueden también ocurrir en humanos si están expuestos a disruptores endocrinos en un momento vulnerable y en una concentración que pueda alterar la regulación endocrina”.

Mira aquí el informe de la OMS

¿Cómo podemos minimizar la exposición?


Por un lado es muy difícil saber cual es la composición exacta de los productos que consumimos. En 2015 la Agencia Química Sueca analizó 112 juguetes en el país y halló que el 15% contenían sustancias químicas prohibidas.

En el caso de los productos cosméticos y de higiene, los fabricantes no tienen por qué incluir entre los ingredientes la lista completa de compuestos y con frecuencia los ftalatos están “escondidos” detrás de la palabra fragancia.

  • Escoger cremas, detergentes y productos que son libres de fragancia puede ayudar a reducir la exposición a los ftalatos.
  • También priorizar materiales alternativos al plástico, como la madera, al escoger juguetes para los niños.
  • En el caso de los envases de comida priorizar el cristal sobre las latas, que suelen estar forradas con BPA, y los plásticos.

Pero según expertos hay poco que podamos hacer a título individual. Los mayores cambios deben darse a nivel de regulación en la industria, para desplazar progresivamente el uso de los compuestos químicos nocivos y buscar alternativas.

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