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“Soy una maraña de hormonas”: la mujer que escogió tener la menopausia a los 22 años

Con solo 22 años, la joven escocesa Katy Johnston tuvo que tomar una decisión durísima: podía escoger entre seguir soportando dolores severos constantes o adelantar unos 30 años la menopausia.

Se decantó por lo segundo.

“Soy una maraña de hormonas”, admite ahora.

Los médicos le ofrecieron la oportunidad de inducirle “el cambio” para aliviar los dolorosos síntomas de su severa endometriosis.

El proceso de la menopausia durará en su caso al menos un año. Se tiene que poner inyecciones cada tres meses para hacer que su sistema reproductivo se calme.

“Sigo una terapia de remplazo hormonal y me dan de cuatro a cinco sofocos al día”, dice Johnston, que dice entender perfectamente ahora cómo se sienten las mujeres de 50 que los tienen.

“Me mareo, me dan calambres y tengo cambios de humor. Soy como un disturbio hormonal”.

“Es horrible”, dice, “pero en mi opinión los síntomas de la menopausia son mejores que tener que quedarme encerrada en casa, incapaz de salir”.

“Vomitaba seis o siete veces al día”

Así era su vida hace cosa de 12 meses.

Durante años Katy tuvo que aguantar menstruaciones dolorosas, fatiga, calambres insoportables, vómitos, dolor en las relaciones sexuales y dolores de cabeza, combinados con la frustración de que no todos los médicos que veía entendían la severidad de su dolor.

Toda esta experiencia además le generó ansiedad y depresión.

La endometriosis es una enfermedad crónica todavía muy poco entendida. En Reino Unido obtener un diagnóstico lleva una media de 7.5 años desde que aparecen los primeros síntomas.

Se presenta con la aparición y crecimiento de tejido endometrial (parte de la pared del útero que sangra durante la menstruación) fuera del útero, sobre todo en la cavidad pélvica, como en los ovarios, detrás del útero, en los ligamentos uterinos, en la vejiga urinaria o en el intestino.

El dolor continuado durante años hizo que Katy tuviera que dejar sus estudios de posgrado y plantearse su fertilidad.

“Era una vida miserable”, recuerda.

“Vomitaba seis o siete veces al día y no podía salir sin sentir mareos”, le dijo a la BBC.

“No era capaz de salir ni de reunirme con amigos ni para tomar un café”, dice la escocesa, que considera que la enfermedad la aisló de su entorno.

“Desde luego no podía hacer actividades que me gustan, como cantar. Durante mucho tiempo estar de pie y hacer ejercicios de calentamiento para preparar la voz era demasiado para mi”.

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“Tuve la menopausia a los 11 años””

El largo camino hasta el diagnóstico

Después de su graduación universitaria Katy empezó a perder peso. Tenía mucho dolor y perdió 19 kg en solo 3 meses.

Dice que se pasó meses enteros de una cita a otra en el hospital en un larguísimo proceso para tratar de conseguir un diagnóstico.

Después de hacerse una laparoscopia le identificaron quistes en el ovario y una endometriosis de grado 4 que según su cirujano era de las peores que había visto nunca en una mujer de su edad.

Le recomendó operarse.

Durante la operación el cirujano descubrió que una de sus trompas de Falopio se había expandido hasta alcanzar el mismo tamaño que su útero, y que su útero y su intestino se habían fusionado.

Entonces, en lugar de tratar de resolverlo con cirugía, recomendó provocarle médicamente la menopausia

Según Katy , “me lo recomendó mucho, como si fuera lo que me daría más posibilidades de mantener mi fertilidad”.

Ovarios “en espera”


Ahora Katy sabe que estará en plena menopausia al menos durante un año, y después quizás se tenga que volver a operar.

Todavía no está claro qué opciones reproductivas tendrá en el futuro.

“Tener la menopausia a los 22 años es lo más extraño del mundo. Es realmente una idea chocante, que alguien te diga “espera, voy a poner “en espera” a tus ovarios””.

“Pero, ¿podrán volver a hacerlos funcionar? ¿Pueden garantizarlo?”.

“Dicen que sí”.

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Paradójicamente Katy se siente afortunada de tener la menopausia porque sabe que el proceso le está dando a su cuerpo un merecido descanso.

“Prefiero un sofocón a un calambre agonizante”, dice.

Ahora, a través de las redes sociales, la joven está ayudando a otras mujeres a hablar de la endometriosis y a lidiar con el problema.

“Si un doctor no te escucha, vete a otro. Siempre habrá alguien dispuesto a escucharte”.

“Tenemos que acabar con el silencio en torno a la endometriosis”.

“Como mujeres debemos unirnos y compartir nuestras experiencias. Debemos ser capaces de hablar sobre el tema”.

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