Tomar café al despertar: El cuerpo dispone de un reloj interno que se encarga de aumentar el grado de alerta a primera hora de la mañana con el incremento de la producción de cortisol. Estos niveles van disminuyendo en las horas posteriores, por lo que resulta más efectivo posponer el consumo de café y su efecto estimulante dos o tres horas tras levantarse, y no al despertar como se acostumbra.
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Lavarse mucho: El agua rompe el manto lipídico y la capa córnea que protegen la piel, y causa que esta se deshidrate. Para evitarlo, lo mejor es lavarse las manos un máximo de cinco veces, ducharse una única vez al día, incluyendo el pelo, al contrario de lo que se pueda pensar, el cabello no se pudre si se lava a diario, y emplear productos neutros.
Cepillarse los dientes inmediatamente después de comer: Si se ha ingerido alimentos con alto contenido ácido (frutas, jugos, vino o café) se deberá esperar 30 minutos para lavarse los dientes, porque, de lo contrario, se expandería el ácido por toda la boca y aumenta el riesgo de sufrir caries. Dejar actuar a la saliva para que neutralice el pH de lo que se haya comido y haga su labor antiséptica.
Echar la cabeza hacia atrás cuando sangra la nariz: Ante una hemorragia nasal, lo primero que se debe hacer es tapar la nariz al presionar la parte superior con los dedos a modo de pinza e inclinar la cabeza hacia delante. Solo de esta manera se comprime la pérdida y se consigue que la sangre drene hacia fuera para evitar tragarla o que pase a las vías respiratorias.
Abrigarse para sudar la fiebre: Cuando se tiene fiebre, hay que evitar tres cosas: abrigarse, bañarse con agua helada y aplicarse alcohol en la piel (pueden causar, sobre todo a los niños, una intoxicación etílica). Hay que tomar un antipirético y desabrigarse, pero no completamente sin ropa, o tomar baños de agua templada para reducir tu temperatura corporal.
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Tomar fruta de postre: La fruta tiene un monosacárido denominado fructosa que, ingerido después de comer, provoca un aumento rápido de los niveles de insulina en sangre y hace que todo lo que se comió tenga más facilidad para convertirse en grasa. Además, en ocasiones produce gases. Por todo ello, lo ideal es separar la ingesta de fruta de las comidas principales.
Beber agua en exceso: Demasiada agua obliga a los riñones a eliminar más líquido y, con él, electrolitos que son necesarios para el organismo, como el calcio, el potasio, el magnesio o el sodio. Lo ideal es consumir dos litros y medio al día, pero en esta cantidad se incluyen también los alimentos, por ejemplo, las sopas, los vegetales o los jugos.
Tomar analgésicos al primer dolor: Con el consumo de analgésicos hay que ser especialmente cuidadosos: no es recomendable tomarlos con demasiada frecuencia porque se puede generar una tolerancia, pero tampoco dejar que el dolor se instaure y aguantar muchos días sin tomar nada, porque luego será mucho más difícil de tratar y se necesitará una dosis doble.
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Cruzar las piernas: Esto afecta a la espalda, ya que obliga a cargar todo el peso en un solo lado haciendo que la columna se incline y a los músculos de la cadera, lo que provoca que se salga un poco el hueso del muslo y al levantarte se pueda notar una pierna más larga que la otra. Hay que sentarse siempre con las piernas tocando el suelo, y formando un ángulo de 90 grados tanto en rodillas como en caderas.
Dormir con la televisión o dispositivos electrónicos: Esto disminuye el tiempo y la calidad del descanso. Esto se debe a que la luz que emiten tiene una longitud de onda que dificulta la producción de la melatonina en el cerebro, hormona encargada de inducir y mantener el sueño.
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