Como un trabajador con las herramientas de su taller, el músico trabaja con el instrumento.
Son las once de la mañana. Hoy no es un día como todos los demás.
Recientemente llegó a Guatemala el famoso violinista chapín Henry Raudales para ensayar y tocar con sus compatriotas de la Orquesta Sinfónica Nacional.
?Esto no lo logramos uno por uno, lo tenemos que hacer todos juntos?, escucho la voz de Henry Raudales dirigiéndose a los músicos, quienes tienen en su atril la partitura de ?Bolero? de Maurice Ravel.
Segundos después, suena solo un oboe. Empiezo a observar a los músicos, uno por uno. Hay unos concentrados, otros con la cabeza en el pecho, aprovechando el solo del oboe para un corto descanso.
El músico que toca el solo tiene la cara roja y una expresión concentrada. Después de haber escuchado una parte, Henry Raudales aún no parece contento. Más tarde otro músico me dirá: ?él es muy detallista?.
Henry Raudales expresa las notas del ?Bolero? a través de sus manos, las sube y las baja, las mueve rápidamente o en forma lenta como un escultor creando una obra plástica y los sonidos poco a poco van tomando forma. Cada vez el solo del oboe sale mejor. De repente sigue la parte de las flautas transversales y después le toca al saxofonista.
Cada vez que Raudales hace un gesto con la mano, para interrumpir y volver a empezar, la melodía del ?Bolero? se vuelve una sopa de sonidos. El no parece perder la paciencia, espera el silencio y explica otra vez cómo se imagina el ritmo y el sonido. Talvez ahí un poco menos fuerte, y en tal parte las notas se deberían acentuar más. Poco a poco va progresando cada solo y se compone el tema.
El auditorio del día de hoy lo formamos un niño en la primera fila y yo. El niño se balancea en la silla, talvez está escuchando a su mamá o a su papá tocando violín. Escucho el ruido que causan las palomas en el techo del edificio…, y de repente oigo el sonido de toda la orquesta. El niño comienza a hacer circular su cabecita con el ritmo fuerte del ?Bolero?. Tan repentina como empezó, la música se detiene.
Recreo de media hora. Los músicos dejan las herramientas.En un café cerca del Conservatorio, refaccionan y toman café, igual que yo. De la mesa al lado puedo observar la pasión que todos ellos sienten por su trabajo, los miro tocando el ritmo del ?Bolero? en la mesa y discutiendo el ensayo.
Después de la media hora todos aparecen con nueva energía y empiezan a tocar. Las puntas de los arcos centellean para arriba y para abajo, al mismo tiempo los músicos se balancean debido a la fuerte dinámica del tema.
Mañana mismo, en Xela, usted podrá presenciar el resultado de los ensayos que Henry Raudales realiza con la Sinfónica, y la semana entrante, aquí en la capital.