Escenario

Así describieron los cronistas las procesiones de antaño

En el siglo XVI se adoptaron las procesiones de imágenes de la Pasión en el Reino de Guatemala, tal como ocurría en Semana Santa en España. Los modelos procesionales de Valladolid parecen haber ejercido mayor influencia en cuanto a la organización con sus penitentes.

Es la Pasión de Cristo la que hizo despertar en los artistas una realización del sentimiento colectivo, cuya finalidad era llamar a los pecadores al arrepentimiento, mediante la mortificación y contemplación de los dolores de Cristo y su Madre. Aparecieron las cofradías penitenciales.

La fecha más antigua documentada de la existencia de la imagen de Jesús Nazareno en Guatemala es 1528. Se refiere a un Nazareno en la Merced que pertenecía a los padres, de 1582 a 1654.

Una de las más tempranas alusiones a las celebraciones cuaresmales pertenece a fray Antonio de Remesal (1570-1619) cuando relata lo acaecido en 1547 Chiapas, que estaba integrada con Guatemala en una sola provincia dominica. Remesal describió la que sería la primera Cuaresma y Semana Santa que presenciaban los indígenas en aquella región.

“Los indios tomaron los ramos del Domingo de Ramos de la mesa en la la iglesia que estaban bendecidos. Acabaron los oficios divinos con mucha paz y gustaban de hacerlos sin respecto de si se detenían o tardaban; porque los viesen los indios y gustasen del canto y de aquellas santas ceremonias por ser aquel año primera vez que las veían”.

“El Domingo de Pascua los españoles concurrieron a la procesión de la Resurrección dándose las buenas pascuas los unos a los otros, es decir, frailes y civiles pese a que los primeros se habían negado a absolver a los segundos, impidiéndoles la comunión. Las limosnas fueron muy generosas se incluyeron nuevas botijas de vino, muchas gallinas para los enfermos, huevos para los sanos, pescado en abundancia y azúcar”.

Fray Francisco Ximénez (1666-1729) dice que para 1595 el Santo Entierro de Cristo, del templo de Santo Domingo, tenía una larga tradición, que se puede situar como iniciada hacia mediados del siglo XVI, así como que existía una cofradía. La procesión era relativamente sencilla, según Ximénez:

“Después de haberle desenclavado y bajado de la cruz, con solemne procesión y mucha veneración al santísimo sepulcro, llevando los nobles y principales caballeros en sus manos las santas insignias de la pasión de cristo, nuestro redentor, y el domingo de la pascua de resurrección, sacan de dicho sepulcro la dicha imagen de nuestro salvador con muy grandes alegrías y regocijos, llevando la imagen de la bienaventurada, Virgen María, con representaciones de alegría y contento a visitar a su santísimo hijo, ya glorioso y resucitado”.

En 1650, se establecieron ciertas disposiciones para este cortejo procesional: “Más para mayor lucimiento y veneración se dispuso que cada insignia la sacara un ángel de estatura entera en sus andas muy ricamente adornado. Y cada uno de los gremios de los oficios mecánicos compone un ángel y lo saca muy acompañado de luces, que siendo como 20 los ángeles hacen lo más del cuerpo de la procesión y la hacen lucir con mucho esmero y grandeza”.

Un documento de la Cofradía de Jesús Nazareno de la Merced refiere que se organizaba una procesión de Semana Santa a principios del siglo XIX:

“Iniciaban el desfile procesional tradicional tambor y pito. Le seguía una cruz procesional o alta flanqueada por dos ciriales, los que eran seguidos por penitentes con su respectivo capirote y el rostro encubierto; unos cuantos usando esta vestimenta precedían todo el cortejo para recoger limosnas”.

“Después de los penitentes marchaban diversos ángeles que mostraban las insignias de la pasión, los que precedían a la efigie del apóstol San Pedro, asociado con el simbólico gallo. A continuación iba la Verónica y luego tres estandartes de tafetán morado con sus cordones, varas y un guion procesional, detrás de los cuales vendrían las insignias de cofradía con varas y emblemas de plata con la insignia de jesus y campanas de plata”.

“Por último venían las andas procesionales con la imagen respectiva, la cual era batante pequeña pues no requería más de cuatro cargadors, los cuales apoyaban sus hombres sobre almohadillas de terciopelo morado, que irían atadas a cuatro brazos que iban recubiertos de carey con sus respectivos pomos de plata y se apoyaban en cuatro horquillas”.

“Las andas tenían patas cubiertas con faldones que llegaban probablemente hasta el suelo, los que eran también de color morado, existiendo un jeugo de damasco morado conpunta de oro y otro de espíoneta, también morada, con punta de plata, que probablemente servía para enmarcar y proteger la imagen y que iba fijado a las andas, a la manera andaluza contemporánea, si bien también había un palio morado y otro de color azul y blanco, probablemente para la Virgen María”.

“Después marchaba una banda de música, y luego venía las andas de la Virgen de Dolores, acompañada de San Juan Apóstol y María Magdalena, con sus respectivas andas, todas de tres de cuatro cargadores”.

En 1846, el viajero británico Frederick Crowe describe su asombro ante un cortejo procesional. “Nuestro Señor cargado por judíos, moros y demonios con sus caras ennegrecidas. y por otra las tres Marías, los 12 apóstoles y un grupo de ángeles representados por personas frecuentemente niños coristas pueden ser vistas corriendo de arriba y abajo, todos se unen en buena armonía y marchan con los sacerdotes, banderas, sagradas, crucifijos, candelas de cera, imágenes de santos, candelas de cera, imágenes de santos y otros elementos de parafernalia, con una banda militar de músicos”.

“Los penitentes, la primera de frente y la segunda un poco más alejada y casi de espaldas, nos permiten hacer la siguiente descripción. Visten túnicas negras hasta casi los tobillos, ceñidas por cinturones gruesos con alguna decoración; sobre los hombros llevan una especie de muceta triangular, cuyo ángulo inferior va por debajo del cinturón, siendo la parte posterior más corta y llevando flecos en sus bordes, a lo que se llama paletina, llevan guantes que terminan lo suficiente arriba para cubrir parte de la manga”.

“En la cabeza lleva un capirote o cucurucho también negro con su respectiva tela que le cubre el rostro, terminando en ángulo con dos agujeros para los ojos. Uno de los capirotes lleva un emblema que parece ser cruz blanca se puede creer que son personajes de la cofradía del Santo Entierro de Santo Domingo, que procesionaba el Viernes Santo. Llevan recipiente para recoger la limosna, otro el emblema de la cofradía con su vara e insignia de plata, cinco llagas de Jesús, tradicional emblema de la pasión”.

El prosista José Rodríguez Cerna escribió “que la Semana Santa de 1918 —en diciembre de 1917 y enero de 1918 la tierra se estremeció con terremotos— llegó con las palmas del Domingo de Ramos y que la mansa borriquita paseó entre el inmóvil oleaje de los escombros, y se vieron también las cruces, los ciriales y las túnicas de penitentes. Jesús paseó agonizante por el ambiente de melancolía de una ciudad muerta”.

Fuentes consultadas: Semana Santa tradicional en Guatemala, de Luis Luján Muñoz, y Reseña histórica de las imágenes procesionales de la Ciudad de Guatemala, de Miguel Álvarez Arévalo.

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