HORRORES IDIOMATICOS

Las lenguas romances

MARÍA DEL ROSARIO MOLINA

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Existen en el mundo varios troncos de idiomas, entre ellos el sinotibetano, el uralaltaico, el macro-algonquino, el protomaya, el arahuaco y otros. Me ocupo ahora del indoeuropeo, dividido en dos grupos por su pronunciación: el centum, ciento en latín, y el satem, ciento en avéstico. Del indoeuropeo descienden multitud de lenguas, entre ellas la itálica de la que procede el latín, padre de las lenguas y dialectos romances, v.gr. el desaparecido andalusí, que se habló en la Andalucía mozárabe. Son ellas: el español, el antiguo galaicoportugués que da origen al portugués y al gallego, el catalán, la lengua de Oc, ahora provenzal, el francés —antigua lengua de Oil—, el italiano, el sardo, el romanche, o reto-románico, hablado en una región de Suiza, el rumano y el ladino (español antiguo) hablado por los sefardíes (de Sefarad, España en hebreo) que muchos lingüistas consideran idioma.

A partir de la creación de las Comunidades Autónomas de España, varias lenguas antes consideradas dialectos han pasado a ser idiomas cooficiales, aunque el oficial sigue siendo el castellano, o español. El gallego, hermano del portugués, el valenciano, igualmente pariente del catalán —un idioma romance que también guarda cierto parecido con el occitano en que cantaron los trovadores, al sur de Francia— el bable asturiano y otros, son ya considerados idiomas. Eso está muy bien, porque todos tienen literatura magnífica y propia. Basta leer los poemas de Rosalía de Castro en gallego, para comprender que este tenía que ser declarado idioma, y así nos vamos. Lo único deseable es que siempre sea el español la lengua en la que todos nos entendamos.

El euskera batúa es historia aparte: No se sabe cuándo ni de dónde llegaron los vascos a España y al País Vasco de Francia, pero ya estaban instalados allí cuando los iberos y los celtas poblaron la península ibérica. Su idioma, que han tratado de unificar bajo el nombre de euskera batúa, pues tenían muchos dialectos, no pertenece a ningún tronco conocido. Incluso en la sangre de los vascos que no se han mezclado, el factor RH negativo predomina. Cuenta don Ramón Martínez de la Vega, gramático puertorriqueño (o portorriqueño) que cuando un grupo de misioneros vascos católicos llegaron al Japón, para su sorpresa se entendieron con los nipones, pues tenían muchas palabras en común. Vaya usted a saber si es cierto o no, pero lo que sí es verídico es que el japonés no desciende de ningún tronco conocido, a pesar de estar tan cercano a los hablantes de los idiomas y dialectos del tronco sinotibetano.

En Europa, con excepción de Finlandia, Hungría y Estonia, cuyas lenguas son ugrofinesas, descendientes del tronco uralaltaico, y desde luego las vascongadas, todos los demás idiomas descienden del tronco indoeuropeo.

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