Escenario

Plástica: Tradición de la Navidad 

Las tradiciones deben entenderse como parte del acervo cultural que forma la fisionomía particular y diferencial de un grupo o de una comunidad, permitiendo la identificación y la cohesión con la historia e intereses comunes.

Su inmenso valor radica en que constituyen en sí concepciones del hombre que, sin negar ni impedir su desarrollo, y tal vez con el fin de lograrlo, mantienen su historia. Toda tradición es expresión de una continuidad que tiene su origen en el pasado, surgida, por supuesto, de un hecho; este se caracteriza por la conservación y enriquecimiento del mismo. También puede, desgraciadamente, suceder lo contrario. Estamos perdiendo nuestras ricas y originales tradiciones por objetos adocenados y de mal gusto que nos llegan del exterior. Esta preservación no es inmutable, sino dinámica; es decir, está sujeta a las influencias de las condiciones de tiempo y espacio que permiten a cada generación y a cada ambiente cultural enriquecerla e imprimirla y crear su sello propio. Por ejemplo, en nuestro país no es lo mismo un nacimiento realizado en el altiplano que uno realizado en la costa. Y no solo esto, la tradición es un elemento vivo y cambiante, puede tender también a entrar en su desaparición por cambio de patrones culturales, debido generalmente al influjo abusivo de elementos extraños.

Por ello es tan importante mantener y rescatar las tradiciones, no con una actitud de conservar costumbres anacrónicas y caducas que puedan impedir la posibilidad de la evolución, ni tampoco con una postura romántica de buscar en el pasado valores perdidos, tal vez como una especie de nostalgia por una ya lejana Edad Dorada, sino considerándola como la sustentación y sólido cimiento de lo propio.

La tradición universal de la Navidad cristiana, la cual ha adoptado rasgos específicos y distintivos en cada país, en cada región y en cada localidad, y sus modalidades, por lo que sus interpretaciones han estado condicionadas a la sensibilidad y recursos colectivos o individuales de cada región y época. Esto nos permite referirnos a las tradiciones Navideñas guatemaltecas, pues si bien los orígenes de esta festividad se sustentan en el fenómeno religioso del surgimiento del cristianismo y en la estructura eclesiástica del mismo, cuyos conceptos y modelos de organización se difundieron en toda América Latina. El nacimiento pasó de España a nuestros territorios como obvia consecuencia del descubrimiento del mundo americano y de la conquista material y espiritual.

En Guatemala adquirió valor propio dentro del inmenso mosaico que conforma la geografía de nuestro país. La celebración de la Navidad en el pueblo guatemalteco, que la considera un elemento que desde siempre ha formado parte de nuestra cultura, tal vez se deba al profundo contenido espiritual y emotivo que encierra esta festividad, o tal vez se deba así mismo este enraizamiento, según opinión de algunos investigadores se deba a la labor evangelizadora y misional que surgió con la conquista. El ciclo navideño que nosotros celebramos corresponde al calendario juliano que se inicia el 7 de diciembre y finaliza 2 de febrero, Día de La Candelaria.

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