Escenario

Plástica: La Virgen de Guadalupe 

La imagen de la Virgen de Guadalupe es una de las formas más espléndidas y fundamentales para conocer la historia mexicana.

Pocos cuadros han sido tan estudiados como la representación de la Guadalupana, su origen y el vasto acervo que la rodea, hablar de la Virgen de Guadalupe es hablar de México, de su pasado y de su presente, es hablar de la Villa de Guadalupe, en los últimos años se ha transformado radicalmente, casi violentamente.

A más de tres décadas de haber trasladado la pintura de la Guadalupana a la nueva basílica, el fenómeno que se desprende de esta pintura ha adquirido, entre otras cosas, otra forma de peregrinaje, muy diferente de la manera tradicional de visitar a la Virgen y rendirle el culto acostumbrado.

La festividad del 12 de diciembre continúa con los peregrinos huicholes, huehuenches, indígenas devotos que pernoctan en portales. Con la transformación de la basílica, la transfiguración de la villa ha sido probablemente el contexto arquitectónico y urbanístico que más incide en el peregrinaje, aunque aún se escuchen vendedores que ofrecen píldoras maravillosas que lo curan todo, son nada menos “que piedras de hígado de tiburón”; aún subsisten los pajareros que venden “alegría y esperanza” envueltas en papelitos de colores. Desde luego no faltan fotógrafos para el “recuerdo”, con encantadoras escenografías en donde se incluyen el Cerro del Tepeyac y El Pocito. Ojalá que continúen para siempre, todo esto entre un tumultuoso ir y venir de fieles.

Si esta pintura es de origen divino o no ya no tiene mayor importancia. La imagen ahí representada ya ha sido sacralizada por la devoción y fe de todo un pueblo. El pintor Diego Rivera decía “Soy marxista pero guadalupano”, con esto se dice todo.

Las descripciones que se han hecho y realizado sobre este cuadro son numerosas. Tal vez la descripción más bella sea la realizada por José Arellano, ordenado por el Duque de Albunquerque en 1709, cuando el lienzo se trasladó de la iglesia parroquial de los indios al nuevo santuario, para lo cual, se efectúo un desfile cívico militar precedido por las autoridades eclesiásticas y Virreinales.

Fue menos apreciado el traslado de la venerada imagen de la antigua basílica a la moderna, contrastante edificación a la que ya me he referido y donde ahora se encuentra el ayate de Juan Diego. La mayoría de pintores mexicanos desde los inicios del siglo XVIII han realizado, más de una vez, la representación de la Virgen de Guadalupe. La nueva España, en el siglo XVIII, vivía una gran prosperidad económica y social, en consecuencia, el arte barroco floreció con excepcional exuberancia en todos los campos de la vida y la cultura, encontrando la devoción guadalupana la culminación de la expresión plástica.

Entre los principales pintores podemos mencionar a uno de los más complejos, en donde el artista hace gala de los efectos pictóricos del barroco, nos referimos a la obra de Juan Correa, que fue encomendada por Fray Pedro De los Reyes, quien regía el obispado de Yucatán (1700-1714). Esta obra se encuentra expuesta en la iglesia de San Nicolás de Bari y fue uno de los pintores guadalupanos más importantes de la época.

El oleo anónimo que se encuentra en el museo Franz Mayer tiene la característica que figura San Juan, escribiendo el Apocalipsis y también una vista de Jerusalén.

Podemos mencionar entre la pintura guadalupana los maravillosos exvotos, pintura ingenua y popular que refleja la fe y el agradecimiento a un don recibido.

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