Tienen tácticas para tratar de ocultar su desidia: se echan una mini ducha, no en la regadera, sino con el atomizador de perfume (a veces fino y caro). Salen a la calle creyendo que son hasta más agradables y que nadie descubrirá su estado natural.
Pero como la naturaleza es poderosa, conforme pasan las horas del día, el tufillo irrumpe. Otros hasta se echan desodorante ambiental en zonas estratégicas.
Esto no es nada nuevo. Los perfumes de París se hicieron tan famosos y variados debido a que los reyes Luises no gustaban de bañarse y entonces necesitaban de esencias y almizcles cada vez más y más fuertes, para disimular los vapores que seguramente salían de sus terciopelos majestuosos.
Se fugan de la ducha
Conozco a una persona -que no diré si es señor o señora, joven o mayor, alfabeta o analfabeta- que no sólo creo que no se baña muy seguido, sino que no se lava los dientes. No usa desodorante (ni zumo de limón, ni bicarbonato) y a veces tiene motas en el pelo (que parece tener electricidad estática permanente).
Con esos datos bien que hacemos una foto robot de todos los prófugos de la limpieza, secuestradores de la higiene, asesinos del sublime pensamiento que quizá traíamos en el bus: lo apuñalan con el olor que arrastran y agonizamos al ver que en el brazo trae uno o dos mezquinos.
En un ruletero Jocotales-Jardines, vi una mañana a una jovencita (sentada en el asiento de adelante) que traía basuritas en el pelo (suelto y sin peinar). Al afinar la vista, vi que las basuritas se movían, trepaban, tenían minúsculas y horribles patitas: Sí. Exactamente ?eso? eran.
Recurso de amparo
Quedan perdonadas provisionalmente aquellas personas con verdadera imposibilidad de bañarse: si tiene punto de neumonía o si en su colonia no hay agua desde hace 2 meses o si es un vagabundo cuerdo o loco.
Pese a la adversidad, hay valientes y limpias gentes que temprano se bañan con agüita fría de tonel serenado o personas sin hogar que piden regalada una cubetada. Conocí a un viejito que se llamaba don Aniceto y eso hacía. En un patio escondido se enjabonaba y afeitaba. Su pelo le quedaba blanquísimo y peinado. Ya se murió.
Notamos que no se baña
Si por alguna remota razón llegara este texto a las manos de algún iluso percudido que cree pasar inadvertido, sepa que sí notamos lo que usted no hace: Aparte del aroma a desván, a sótano o a papel en descomposición, también es obvio que se echa excesiva gelatina o vaselina para asentarse el pelo.
Las orillitas del cuello de su camisa ya tienen manchas, aun cuando todavía son las 9 de la mañana y la jornada apenas empieza (o ni ha empezado).
Existen otros aromas que tienen que ver con secreciones corporales. Podríamos compararlos con el mismo sótano de antes, sólo que en ese sótano ubiquemos un sanitario.
Además, un día de tantos se le olvidará limpiarse las lagañas de los ojos. Usted tratará de que sus compañeros de trabajo crean que es una tierrita que nos entró o partículas de esmog. Pero no le creerán.
Los años maravillosos
Es cierto. De adolescente, uno tiene cierta etapa medieval, oscurantista y no bañista. Por rebeldía o pereza, eso no justifica la mala costumbre.
Conozco a un joven que se llama Alex (nombre verdadero) que se baña todos los días. Su ?baño? consiste en humedecer dos dedos en una palangana y mojarse los ojos. ¡Ah! pero eso sí, él tiene novia y seguro ella andará en las mismas porque, si se bañara, no creo que se dejaría abrazar.
Con el tiempo eso pasa (y mejor si pasa pronto). Pero hay quienes se quedan anclados, varados, encallados en una dulce playa que en lugar de arena tiene mugre y en lugar de brisa marina un ventarrón con olor pescado descompuesto.