Vida

Tres puntos…: Un libro de A. Matos

Pasaron casi 50 años para que ella volviera a exponer

Bajo el título ?La obra de Antonia Matos?, Francisco Aguirre Matos y Desirie Berger de Aguirre, publicaron en el mes de diciembre del 2001 una interesante obra que rescata varias de las múltiples facetas de la mítica artista guatemalteca.

Los aspectos técnicos de la producción anotan que es una edición -príncipe- electrónica elaborada en Adobe Acrobat 4.0, impresa en los talleres de Tipos Graficart.

Este trabajo, lo destacan los autores desde la dedicatoria, es el reflejo de un legado que las nuevas generaciones deben conocer y entender para darle a la creadora el lugar preeminente que debió ocupar en la plástica guatemalteca del siglo XX. Espacio que por distintas razones, también lo indica la dedicatoria, siempre le fue negado.

El libro se divide en 16 secciones que abarcan aspectos biográficos y el desarrollo artístico de la relevante artista. Uno de los aspectos más interesantes que aporta el documento es el de la sólida formación de Antonia Matos. En él se destacan los nombres de maestros de la talla de Justo de Gandarias, Agustín Iriarte, Jaime Sabartés y Rafael Rodríguez Padilla (los dos últimos en la Escuela Nacional de Artes Plásticas).

Ya en Francia, Antonia Matos fue la primera mujer latinoamericana en ser admitida por oposición en la Escuela de Bellas Artes de París, logro que refuerza la idea de la calidad artística alcanzada durante su educación en Guatemala. Méritos que fue corroborando conforme transcurría el tiempo ya que obtuvo importantes premios en aquel país y los Estados Unidos. Paralelamente y debido al medio social diplomático en el que desenvolvió, alcanza a conocer a distintas figuras que marcan su personalidad creativa.

Si bien en Europa su carrera se perfilaba como brillante, en Guatemala sucedió todo lo contrario. Sus desnudos y la participación de Rafael Rodríguez Padilla como modelo para las cariatides del monumento funerario de la familia Castillo, provocan una ola tan fuerte de censura en aquel momento que enterró para siempre sus posibilidades en el campo de las artes nacionales. Aunque siguió pintando encerrada en su casa, los autores cuentan que pasaron casi 50 años para que volviera a exponer.

Su segunda exposición en Guatemala fue en la galería El Túnel el 6 de febrero de 1993. El éxito, como lo apuntan todos los registros, fue total. Curiosamente la muestra estaba conformada por muchos de los óleos que fueran rechazados por la sociedad pacata de los años treinta. Ella fallece el 22 de agosto de 1994.

Antonia Matos, dijo en París (mayo de 1933) el crítico Andrés Salmon, es traductora emotiva del clima de su país, es una pintora auténtica, sin inquietarse por ese exotismo siempre buscado en vano y que no revela más que un didactismo geográfico, sin relación con el propósito esencial de pintar… Sensible, meditada, inquieta pero sostenida, de ardor constante por las certezas de su vocación.

El libro, que por cierto es una verdadera rareza, finaliza con una impresionante sucesión de fotografías que incluyen un elevado número de obras entre pinturas y esculturas.

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