Salud y Familia

La importancia de la lectura y el papel vital de los docentes

¿Es posible fomentar la lectura a los niños y adolescentes en edades escolares si sus futuros maestros apenas leen? Los docentes tienen un rol fundamental en el desarrollo de este hábito.

La importancia de la lectura y el papel vital de los docentes

La lectura es indispensable para integrarnos en sociedad. Vivimos rodeados de información escrita con la que aprendemos. Pero también es una excelente actividad de ocio.

Pero si no hay voluntad para leer, si no se quiere leer, es imposible que esta actividad genere conocimiento o diversión. Y, para que los alumnos lleguen a ser miembros plenos de la sociedad, tienen que saber leer: o sea, comprender los textos. Para ello se necesita tiempo y constancia: crear un hábito.

La práctica y el hábito de la lectura

Leer es una técnica que se debe adquirir mediante una rutina continua y orientada. Es como montar en bicicleta, tocar un instrumento o elaborar una manualidad: son tareas que necesitan práctica.

A esto deben contribuir el hogar y la escuela. El cuerpo docente, especialmente, debe estar preparado con técnicas y herramientas didácticas específicas para afrontar este reto.

Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿los futuros maestros, hoy estudiantes en facultades de Educación, han desarrollado un hábito lector? ¿Y están, por tanto, capacitados para transmitirlo y enseñar a querer leer a sus alumnos?

La lectura está asentada como actividad de ocio durante la infancia. Pero, a medida que entramos en la adolescencia, cae en picado.

Los factores pueden ser muchos: desinterés, rebeldía, distracciones, mayor oferta de ocio… Además, en Secundaria se comienza a tratar la Literatura como contenido teórico e histórico (muchos profesorados se han especializado en Filología e Historia de la Literatura, no en Literatura Infantil y Juvenil y animación lectora) y ya no principalmente como actividad de disfrute. Eso puede contribuir a la “ruptura” del hábito.

La lectura debe servir también para formarnos, no solo entretenernos. Pero esto supone un importante reto en las aulas. Es necesario ampliar la función educativa de la literatura, del ocio al aprendizaje, pero sin que eso implique que el alumnado pierda el gusto y hábito lector adquiridos en Primaria.

El papel de los docentes

Para ello, hace falta un profesorado bien formado en competencias lectoras. Y ahí está el problema: ¿el perfil lector del alumnado de las facultades de Educación responde a este requisito? La investigación al respecto no dibuja un panorama muy alentador.

En un estudio reciente en el alumnado de Letras y Educación de la Universidad de La Rioja, constatamos una preocupante tendencia que se repite en otras facultades españolas de Educación. El futuro profesorado de Infantil y Primaria no tiene hábito ni interés lector.

Los porcentajes de alumnos a los que no les gusta leer oscilan en torno al 50 % de los encuestados. No suelen leer más de un libro al mes. Se detectan importantes carencias en su interés por la lectura formativa, a la que no siempre le encuentran utilidad. Y el tiempo que dedican a la lectura no supera las dos horas semanales.

De la teoría a la práctica

Esto dibuja un panorama grave para el futuro. Los docentes en las facultades de Educación insistimos en nuestras clases en la importancia de leer. Pero el alumnado, según arrojan las investigaciones realizadas, carece de esa percepción.

Esta situación no es exclusiva de las facultades de Educación. La tendencia en falta de hábito lector se repite en otras áreas de conocimiento y podría suponer un problema general en los estudiantes universitarios españoles. Eso sí, carecemos de estudios suficientes al respecto, por lo que aún no podemos trazar un mapa completo del estado de la lectura universitaria.

En todo caso, el problema es evidente y surge ya durante la educación obligatoria. Los índices de hábito lector y comprensión lectora en esta etapa no han mejorado significativamente en los últimos 30 años.

Un reto de futuro

Necesitamos, en todo caso, profesionales de la enseñanza que eduquen en comprensión lectora y animación literaria. Y para ello deben ser lectores competentes. No hay otra manera.

Si la formación lectora falla desde la Primaria y la Secundaria, no habrá base de hábito lector y gusto por la lectura en el alumnado de las facultades de Educación. Alumnado que, en el futuro, tendrá que formar en competencias de las que tal vez carezca. La intervención en este problema ha de ser integral y global, o nuestro esfuerzo como formadores de futuros educadores caerá en saco roto.The Conversation

Alberto Escalante Varona, Profesor Permanente Laboral. Departamento de Filologías Hispánica y Clásicas. Área de Didáctica de la Lengua y la Literatura, Universidad de La Rioja

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

ESCRITO POR: