¿Nos preocupa la vejez?

Rina Montalvo

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“Por lo tanto, sueña, construye, ama, espera y no permitas que te llamen viejo”. Anónimo

Un famoso escritor norteamericano del siglo pasado, Jim Bishop, escribió por muchos años una columna en Prensa Libre y dijo esto: Yo no llegaré nunca a la vejez; morirme está bien, pero ser viejo no.

Me encanta cuando Pablo Coelho escribe sobre las etapas de la vida y dice: “Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más tiempo del necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto”. David Brown, escribió en su libro El resto de su vida es la mejor de su vida, algo muy simple, pero muy cierto: “Después de los 70 si te despiertas sin dolores, es que estas muerto”.

Así, recuerdo muchos pensamientos famosos sobre esta cuestión de la juventud y la vejez, que se han escrito en todos los tiempos y que es un tema que no termina. Siempre sale a relucir como tema de conversación, sobre todo entre quienes ya hemos recorrido un largo trecho del camino. Algunos lo enfocan con el arte de la madurez, con la paz de vivir con lo que es imposible cambiar, con la fuerza de los sueños, del amor y de la fe que es anticipar y esperar lo mejor.
Se dice que la vejez es el precio de estar vivos y que nadie se hace viejo solo por vivir muchos años. Que hay viejos de 40 años sin futuro, sin más allá de sus ojos y que hay jóvenes de 80 años optimistas y entusiastas con el deseo de vivir las maravillas de un mundo de luz, lleno de esperanza y de promesas.

Lo que determina la vida en la juventud, o en la vejez, es nuestra actitud. Se dice que la gente se envejece porque le da la espalda a sus ideales por falta de fe y de optimismo. Es la actitud de cada quien la que controla nuestros pensamientos y emociones porque si nos dejamos atrapar por el miedo, la ansiedad, el pesimismo y la depresión, no puede anidar amor en su corazón, ni optimismo en lo que nos espera.

Ciertamente, existen personas mayores que mueren de tristeza, en abandono y soledad, y que terminan ese camino por la vida sin fe y sin esperanza. La adversidad les ha llevado a una vida miserable y quien sabe por qué. Son factores externos que solo están en las manos de Dios.

Al meditar sobre nuestros años dorados —que son parte de la vida— tenemos que estar conscientes que una actitud sabia y una mente serena son los mejores consejeros. Algo que sobrepasa todo entendimiento humano es la cercanía con Dios para llenarnos del alimento espiritual que tanto necesitamos.

Llegar con fe al lugar que Dios nos tiene designado, es lo más importante, mientras conservemos nuestra vida en esta tierra. 

rina.montalvo@gmail.com

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