Al menos desde la perspectiva del desarrollo psicológico, se establece que es cerca de los 12 y 18 meses, cuando la mayoría de infantes logran empezar a balbucear y producir sonidos que eventualmente se convierten en palabras.
Lejos del entendimiento de las ideas que llegan a ser apalabradas, podemos hablar también de la comunicación no verbal como una de las formas más auténticas que utilizamos para llevar a cabo nuestras relaciones.
Este tipo de lenguaje es más fidedigno, ya que un 90% de la información que transmitimos en un vínculo se debe a la gestualidad del cuerpo, asegura Saida Contreras, psicóloga y coordinadora académica para el Departamento de Psicología Industrial y Organizacional de la Facultad de Humanidades en la Universidad Rafael Landívar.
Contreras explica que este tipo de comunicación se vincula a las emociones y ocurre da manera involuntaria, lo que quiere decir que no siempre podemos controlar la manera en que gesticulamos frente a los demás.
Para entenderlo mejor, podríamos considerar aquellas ocasiones en las que mentimos al decir que nos sentimos bien, pero nuestros cuerpos y gestos realmente denotan incomodidad.
De acuerdo con Saida Contreras, una de las formas más sencillas para detectar la comunicación no verbal consiste en la expresividad del rostro. Esto puede evidenciarse en la mirada, la sonrisa y algunas expresiones faciales que denotan alegría, sorpresa, enojo o tensión, por mencionar algunas emociones.
La posición del cuerpo es otra de las maneras con las que se comunica de forma no verbal. “Se puede ver si las personas están muy cerradas o abiertas, y también por la posición de sus piernas. Aunque no lo sepamos, estamos captando un mensaje a través de la postura que tenemos“, comparte la psicóloga.
Asimismo, se debe tomar en cuenta el potencial expresivo que resguardan las manos. Según apunta Contreras, estas extremidades pueden determinar inmediatamente comodidad o confianza, en un gesto como abrirlas y al esconderlas se puede denotar reserva de información.
La especialista asegura que incluso el silencio es una forma de comunicación no verbal que dice mucho: “Tiene connotaciones desde el sentirse triste a estar serio o enojado”, añade Contreras.
Percibir nuestra comunicación no verbal
La psicóloga insiste que, al ser un lenguaje sensorial y no precisamente racional, la comunicación que no utiliza palabras es difícil de controlar.
No podemos estar conscientes de cómo se manifiesta nuestro cuerpo en términos de la comunicación no verbal y por esta razón, es más fácil reconocer en otras personas el lenguaje no dicho en palabras, dice la especialista.
A nivel cerebral, estamos interpretando la comunicación aunque no se esté diciendo algo. Por ello, es más fácil darnos cuenta de los otros porque podemos ver sus gestos.
Hay algunos gestos que evidencian esto, ya que son universales. Entre ellos, la tristeza o la alegría que se revela en las comisuras. También podemos verlo desde la postura. “La comunicación asertiva implica escuchar la voz y también observar el contexto de las personas. A través de los gestos podemos reconocer si alguien está incómodo”, señala Contreras.
¿Pero qué ocurre con nuestra forma de comunicar sin palabras? ¿Podemos modificar la comunicación no verbal? Según apunta la psicóloga, para lograrlo es importante estar conscientes en el momento presente.
No obstante, esto no siempre es fácil de lograr ya que en la interlocución solemos estar más atentos de las otras partes. De acuerdo con la especialista, para controlar la comunicación no verbal debe haber autoconocimiento de lo percibido y racionalizado. “En función de cómo reconozco lo que siento transmito información”, argumenta Contreras.
El poder de la comunicación no verbal también se alcanza desde la empatía en la medida que alcanzamos un nivel de consciencia sobre las emociones ajenas. De esta manera reconocemos un efecto espejo en el que vemos a los otros y podemos reflexionar sobre nuestra gestualidad.
Para fomentar el autoreconocimiento en el proceso no verbal y llevarlo a cabo de una manera más propositiva en la relación con los demás se pueden poner en práctica las siguientes recomendaciones:
- Pensar en la mirada: En la forma que observamos a los demás podemos transmitir información. A través de una observación apacible podemos fomentar la empatía y disminuir la tensión.
- Respetar el espacio: Es importante reconocer qué tanta cercanía o proximidad tenemos con las otras personas. Al observar las reacciones de la otra parte se puede determinar si está cómoda o incluso si se siente intimidada.
- Asentir: El movimiento de la cabeza a manera de aprobación ayuda a generar empatía y a estimular la validación respecto a las otras personas.
- Prestar atención a la postura: En momentos de comodidad se puede considerar una postura menos rígida y más calmada donde los hombros puedan estar relajados.
- Considerar el silencio: Aunque suele denotar emociones como enojo o tristeza, el silencio también puede apremiar y fomentar momentos de calma en la medida que se comparte con otra persona.