Salud y Familia

Qué podemos aprender sobre nuestra relación con los árboles

Relacionarnos con la naturaleza y los árboles desencadena aportes inmunológicos, espirituales y psicológicos.

Qué podemos aprender sobre nuestra relación con los árboles

La disminución tanto de la presión arterial como del ritmo cardiaco y respiratorio, son atribuibles al contacto con los árboles. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Nuestra escala diminuta como especie se evidencia cada que situamos el cuerpo frente a la inmensidad de la naturaleza. Una medida fácil para evidenciar esta relación podría ser a través de la escala de los árboles.

Para que estos seres sean definidos como tal, debe considerarse su altura. De acuerdo con la bióloga guatemalteca Sofía Cabañas, algunos árboles son considerados como tal desde una medida estándar que supera entre los 2 a los 5 metros de alto.

Hablar de estos elementos resulta crucial no solo para entender nuestra pequeñez, sino para la comprensión de nuestro origen vital y el desarrollo del planeta.

“Los árboles son como los ladrillos de una construcción: son la materia básica de los ecosistemas”, añade la bióloga, quien además explica que estos seres promueven el ciclo del agua a través de la transpiración de sus hojas, ya que, a través de ellas, se libera vapor de agua y hay un aumento en la humedad del ambiente.

Beneficios como la sombra de los árboles y la regulación de la temperatura son importantes de destacar.

“Proporcionan cobertura solar creando la sombra. Esto afecta la temperatura y la cantidad de agua disponible, creando lo que se conoce como microclima, que es un factor ambiental específico en un lugar determinado”, agrega Sofía Cabañas.

Los microclimas en un país como Guatemala revelan, en paralelo, una variedad de especies de árboles. De acuerdo con la bióloga entrevistada, al encontrarnos en una zona tropical, podemos ubicar árboles en zonas húmedas y cálidas, así como en altitudes desde los 0 hasta los 4 mil metros sobre el nivel del mar.

No es en vano que el nombre “Guatemala” devenga de esa pluralidad natural. El significado evoca a una “tierra de muchos árboles”. Dentro de este bagaje topográfico, se puede ubicar también otra revelación: la posibilidad de las simbiosis infinitas.

Qué podemos aprender sobre nuestra relación con los árboles
La naturaleza nos lleva a reconocer y a asociar nuestra vitalidad humana. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La bióloga Sofía Cabañas explica que mediante los árboles se desata una simbiosis entre especies como hongos, que pueden llegar a transferir minerales que apoyan al afloramiento de otras plantas. El refugio para animales e incluso para especies vegetales también se puede atribuir a la existencia de los árboles.

Más allá de la naturaleza que se encuentra fuera de la cotidianidad del mundo productivo, los humanos también podemos aprender sobre la vida cuando nos colocamos allí, en las zonas dominadas por la biología vegetal y faunística.

“La naturaleza nos recuerda nuestro anteproyecto original: toda esa vitalidad, esa energía que hay en los lugares más vírgenes y silenciosos. Allí, los árboles están conectados en sus raíces profundas hacia la tierra y están erguidos hacia el Sol. Esto es una representación de la conexión entre la vida misma”, comparte Juan Carlos Zetina, terapeuta especialista en energías.

Enseñanzas de los árboles

El entrevistado añade a diferencia de los humanos, que se encuentran inmersos en vidas ajetreadas, los árboles denotan la armonización. Por otro lado, se puede metaforizar en ellos una consciencia más elevada en cuanto a que “son lo que son” y no tienen un cuestionamiento.

De acuerdo con Juan Carlos Zetina, estas especies dibujan para la óptica humana enseñanzas sobre resiliencia: “Son testigos silenciosos del tiempo que nos pueden nutrir”.

Para Raúl Palma, experto en biología y especialista en terapias de bosque, el árbol puede dar una serie de lecciones, entre ellas vinculadas a lo mencionado por Zetina.

Qué podemos aprender sobre nuestra relación con los árboles
Es importante reconocer la sensibilidad medioambiental que puede generar la cercanía con los árboles. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

“Conectarnos con la edad de un árbol nos habla de historia, resiliencia y amor. El contacto con uno de ellos nos habla sobre cuidado”, sostiene Palma, quien además sugiere que ver un árbol puede desatar grandes niveles de contemplación.

De acuerdo con el especialista, cuando somos contemplativos nos permitimos entender otras velocidades. Por ello, “entender la edad de un árbol es también entender que ha pasado tiempo para que llegue a ser lo que es”. Asimismo, esto procura una lección de permanencia.

Otra forma de conectar con los árboles puede ser abrazándolos. Esto permitirá compartir energías conservadas desde hace muchos años. También nos podemos reposar en ellos.

“Al hacerlo no habrá algún rechazo por parte del árbol. Él recibe nuestra energía, pero también la recibimos de él, así como su fuerza y su propio concepto de vida como de resiliencia”, comparte Raúl Palma.

Tantas son las lecciones que podrían darnos estas especies que hasta la fecha pueden ubicarse iniciativas como el llamado “baño forestal” o “shinrin yoku” (por su nombre original en japonés).

El término fue propuesto hace 40 años por integrantes de la Agencia Forestal de Japón quienes después de varias investigaciones señalaron que la relación entre los árboles y los humanos podían generar aportes inmunológicos, espirituales y psicológicos.

Según apunta Raúl Palma, dichas investigaciones en Japón evidenciaron que luego de salir del bosque, las personas reportaban menos niveles de cortisol, la hormona asociada al desempeño del estrés en el cuerpo.

Palma explica que las regulaciones de cortisol en el bosque suelen ocurrir por la liberación de aceites esenciales impregnados en las cortezas de los árboles.

“Al caminar en el bosque, las personas absorben los aceites con la respiración. Se potencia el sistema inmunológico y disminuye tanto la presión arterial como el ritmo cardiáco y el respiratorio. Por ende, se ha demostrado que este contacto con los árboles en una zona boscosa puede apoyar el combate contra enfermedades cardiovasculares y hasta contra la diabetes”, comparte el especialista.

Qué podemos aprender sobre nuestra relación con los árboles
El tacto con los árboles puede ayudarnos a compartir energías con él, así como a reconocer su tiempo y resiliencia. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

Es a partir de estas experiencias que el término original “shinrin yoku” significa “absorción de la atmósfera del bosque”.

Anotaciones de investigadores en el tema, como el estadounidense Amos Clifford, revelan que los baños forestales –moderados por guías capacitados– invitan a que las personas activen los cinco sentidos en territorios boscosos.

De esa cuenta, Clifford ha dado a conocer para plataformas como BBC que el baño forestal implica respirar profundamente; sentir el contacto con el aire, así como con las texturas; escuchar todo lo que ocurre; y notar atentamente lo que se aparece en el recorrido.

Contacto con árboles a nuestro alcance

Para conectar con la naturaleza o con un árbol no es necesario desplazarse tan lejos. En latitudes como la ciudad capital pueden ubicarse parques ecológicos que tienen vinculación con barrancos. Por otro lado, también se pueden adquirir árboles para situarlos en el hogar.

Raúl Palma anota que para tener contacto con un árbol en casa es esencial darle la bienvenida al nuevo hogar, así como agradecer por su presencia. “Se trata de compartir un espacio y dedicarle tiempo. Las plantas, así como las amistades y las relaciones, deben ser cuidadas; darles lo que necesitan”, expresa el especialista.

Una de las grandes lecciones de esta vinculación con los árboles será que dichas especies no esperan algo de los humanos y no les exigen. Por ende, es importante reconocer que estamos vinculándonos con ellos por decisión y por amor.

Qué podemos aprender sobre nuestra relación con los árboles
Plantar un árbol en casa puede ayudar a la generación de más conciencia natural entre los miembros de la familia. (Foto Prensa Libre: Shutterstock)

La conectividad con el árbol permite además que se fomente una mayor consciencia natural para las distintas personas en un hogar, destaca Raúl Palma.

De acuerdo con la bióloga Sofía Cabañas, para integrar un árbol al hogar es importante determinar una especie, así como sus necesidades particulares.

Otra de las claves para esta integración tiene que ver con definir si será un árbol ornamental para interiores o si este será plantado.

Es importante saber si tenemos intenciones de plantar un árbol frutal o que sea medicinal, por lo que debemos considerar el tamaño y la cantidad de luz, temperatura y humedad que podría recibir en el lugar establecido”, comparte la bióloga.

ESCRITO POR:

Alejandro Ortiz

Periodista de Prensa Libre especializado en temas sobre cultura y bienestar, con 5 años de experiencia.