Hemeroteca

Enfermedades congénitas afectan a guatemaltecos

Enfermedades congénitas no han desaparecido a causa de desnutrición y desconocimiento. Este artículo del 1 de julio de 2013 nos ilustra sobre este tema.

La desnutrición de la madre embarazada impacta directamente en el bebé. (Foto: Hemeroteca PL)

La desnutrición de la madre embarazada impacta directamente en el bebé. (Foto: Hemeroteca PL)

En Guatemala hay prevalencia de 2.35 casos de afecciones en el tubo neural —espina bífida, hidrocefalia, anancefalia y encefalocele— por cada mil niños nacidos vivos, muchos de los cuales se registran en la provincia, cifra considerada alta en comparación con el 1 por ciento en el resto del mundo, explica la ginecóloga Linda Valencia, del Observatorio en Salud Reproductiva (Osar).

De hecho, esas y otras enfermedades producidas por desnutrición de las madres, que en otros países han ido en retroceso, mantienen en Guatemala una alta tasa de prevalencia.

La prevalencia de anemia en las mujeres en edad fértil es de 29.1 por ciento, y en las embarazadas, de 21.5 por ciento.
Es por ello que persisten los casos de bebés con espina bífida, hidrocefalia, labio leporino, paladar hendido y con bajo peso al nacer.

Esos son males multifactoriales y que afectan, en su mayoría, a niños de la provincia, pero se pueden identificar como factores comunes la deficiencia de ácido fólico y hierro.

Factores genéticos y ambientales, alcoholismo, tabaquismo, de primera o de segunda mano —entorno del fumador—, ciertos medicamentos contraindicados en el primer trimestre del embarazo y enfermedades maternas como hipertermia —fiebre alta— también pueden detener el desarrollo del tubo neural.

Si no los operan en los primeros dos días de nacidos, los infantes con irregularidades del tubo neural tienen más probabilidades de daños irreversibles como vejiga neurogénica —carencia de control vesical—, reflujo vesicouretral, hidronefrosis —hinchazón de riñón por bloqueo del tracto urinario— o nefrosis —desequilibrio químico renal—.

También pueden padecer incontinencia urinaria, estreñimiento, paraplejía de extremidades inferiores, escoliosis, pie equino varo, hipotonía —disminución de masa muscular— e insuficiencia renal, la cual puede llevar a la muerte.

“El impacto no es que van a morir, van a vivir, pero con retraso mental, sin capacidad de caminar, hablar o comer. Todo esto le cambia la vida a la familia”, expone la neurocirujana Graciela Mannucci, jefa de la Unidad de Espina Bífida del Hospital General San Juan de Dios, donde se operan unos 60 niños al mes.

Secuelas

Entre las complicaciones que se derivan del labio y paladar hendido, además de las secuelas psicológicas y económicas para la familia, está la dificultad de succión, lo que le puede causar asfixia al bebé y, posiblemente la muerte, infecciones del oído y pérdida auditiva por el retorno de la leche, retardo del habla y del lenguaje, explica el médico Jeffrey Marroquín, de la Fundación Pediátrica Guatemalteca.

En ese lugar se opera a unos 60 pacientes con esas afecciones y unos 90 de espina bífida e hidrocefalia al año, sin costo. Hay que tomar en cuenta que, por ejemplo, cada operación para tratar espina bífida puede llegar a costar Q20 mil.

Medidas

Según el Programa de Seguridad Alimentaria y Nutricional, las embarazadas deben asistir a los servicios de Salud para que les brinden 300 miligramos de hierro y cinco de ácido fólico por cada semana del embarazo, cuyo consumo reduce los riesgos hasta en 75 por ciento. “El problema es que no hay garantía de que las ingiera o que regrese al mes siguiente por una nueva dosis”, afirma Mannucci.

Otro problema es que las mujeres que esperan a su primer bebé no saben que están embarazadas o no lo planifican, y continúan con su vida normal mientras la gestación se ve afectada, dice Marroquín.
Es importante implementar una campaña de concienciación que establezca que toda mujer en edad gestacional debe tomar ácido fólico.

Otro factor que agrava el cuadro es el abuso sexual de menores, en ocasiones por parte de sus propios padres o encargados. “Niñas de 13 y 14 años quedan embarazadas sin siquiera haberlo decidido”, agrega Mannucci.

“Si la niña nace desnutrida, crece y se embaraza desnutrida, a este hecho hay que añadir que no asisten a control prenatal y solo son atendidas por comadronas en sus comunidades, que no les brindan suplementos vitamínicos”, dice el pediatra Federico Ranero Cabarrús, jefe del Departamento de Pediatría del Hospital El Pilar.

En el 2010, el Sistema Gerencial de Información de Salud, del Ministerio de Salud, reportó 49 mil 231 partos en adolescentes de 10 a 19 años, muchos de ellos a causa de violencia sexual, desconocimiento de la intimidad y pobreza.
Las adolescentes embarazadas que consultan los servicios de Salud padecen anemia como una de las patologías más frecuentes.

Un estudio efectuado por la Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional del Ministerio de Salud afirma que el grupo de gestantes de 10 a 14 años padece altos grados de desnutrición.

La malnutrición materna aumenta el riesgo obstétrico y la probabilidad de tener recién nacidos con asfixia, sepsis y de bajo peso —menor de dos mil 500 gramos—. La incidencia de esta última es de 11.4 por ciento, según la Encuesta Nacional de Salud Materno Infantil del 2009.

Bajas concentraciones de hemoglobina durante el embarazo se asocian con aumento del riesgo de parto prematuro, mortalidad infantil y materna, y enfermedades infecciosas.

Las más afectadas son personas de escasos recursos y sin posibilidad de financiar una alimentación saludable, aunque a veces también se debe a desconocimiento, ya que muchos vegetales de bajo costo contienen ácido fólico, dice Valencia.

Según las guías alimentarias para Guatemala del Ministerio de Salud y de la Organización Panamericana de la Salud del 2012, las principales fuentes de ácido fólico son el hígado y otras vísceras, vegetales verdes, cítricos, nueces y leguminosas.
“Somos un país con posibilidades de sana alimentación a base de vegetales, pero también se debe contemplar la fortificación del azúcar y harinas e, incluso, el maíz, que tiene un mayor consumo”, añade Valencia.

“No sabía nada de esa enfermedad”

Éber Elías Hernández, de 6 años y originario de Puerto Barrios, ha sido sometido a tres operaciones de labio hendido en la Fundación Pediátrica Guatemalteca. La primera fue a los 9 meses, la segunda, a los 2 años, y la última, la semana recién pasada. “Nunca me dijeron los doctores que mi niño nacería así. Me puse triste cuando nació con esa enfermedad —anomalía—, pero mi familia me consoló”, dice su madre, Ofelia Hernández, quien tiene otros tres hijos.

“No sabía nada de esa enfermedad. Me lo pudieron haber dicho antes”, se lamenta, sin imaginarse que no siempre se puede detectar por ultrasonido. También ignoraba que el consumo de ácido fólido podría haber prevenido la anomalía, que, a diferencia de las del tubo neural, se opera cuando los niños tienen mayor edad, para que las facciones faciales estén más desarrolladas.

En otro caso, Amabilia Juárez, de 23 años, originaria de Suchitepéquez y quien a su corta edad tiene otros tres pequeños, trajo a su hijo recién nacido al Hospital San Juan de Dios para que fuera operado de espina bífida.
“Nunca pensé que mi hijo fuera a nacer así”, manifestó.

Prevención y educación para reducir incidencia

Según la médica Ana Elena Chévez, consultora de Inmunizaciones de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) de Guatemala, enfermedades como rubeola, influenza, tétanos, tosferina y difteria se pueden prevenir si la mujer se vacuna antes de embarazarse.De las 15 afecciones desatendidas, reconocidas por la Organización Mundial de la Salud, en el país se reportan ocho: mal de Chagas, fiebres hemorrágicas virales (dengue), parasitarias, leshmaniasis, lepra, leptospirosis, oncocercosis y tracoma.

Con relación a la tuberculosis, Guatemala está en la cuarta posición en la región con pacientes que no responden a los tratamientos y que pueden diseminar la infección. Se detectan cada año dos mil 800 casos, según el Programa Nacional de Tuberculosis. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades y la OPS afirman que se necesita fortalecer el diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis, especialmente en las poblaciones rurales.

ESCRITO POR: