Internacional

Nicaragua indaga trata de menores

Las autoridades de Nicaragua pidieron apoyo a Honduras para investigar el comercio ilegal de niñas indígenas en la frontera común, que estarían haciendo presuntos narcotraficantes, informó ayer la prensa local que citó fuentes oficiales.

MANAGUA – “Se está haciendo un trabajo de coordinación entre el Ejército de Nicaragua y el de Honduras” para indagar “sobre esa noticia que se maneja” de venta de niñas, afirmó la directora de la Unidad de Género de la Fiscalía (Ministerio Público), Odett Leytón, al Nuevo Diario.

La cooperación fue solicitada en el marco de las investigaciones que la Fiscalía y la Policía hacen sobre la trata de niñas menores de 15 años en las comunidades del río Coco, en la frontera entre Nicaragua y Honduras.

El Ejército nicaragüense, por aparte, informó que la tropa desplegadas en la frontera norte con Honduras no ha recibido hasta el momento ninguna denuncia en el territorio, pero que están dispuestas a colaborar y aumentar la vigilancia en la zona.

“No hemos tenido información de primera mano de estas denuncias”, pero “eso no quita que nosotros podamos, en el desarrollo de nuestras misiones, atender situaciones relacionadas al caso” en la frontera con Honduras, para “colaborar” con las autoridades, afirmó el portavoz del Ejército, coronel Ramón Morales.

La denuncia fue hecha por la red de mujeres contra la violencia Wangki Tagni, de la Región Autónoma del Atlántico Norte, y respaldada por la presidenta del Foro Permanente para Cuestiones Indígenas de Naciones Unidas, la nicaragüense Mirna Cunningham, durante un foro celebrado el jueves último en Managua.

Según Cunnigham, personas vinculadas presuntamente al narcotráfico compran niñas por US$2 mil a familias necesitadas del borde fronterizo, bajo la modalidad de matrimonios arreglados, para sacarlas de ese país con fines desconocidos.

Aseguró que los nativos de la zona temen formalizar las denuncias porque viven en comunidades “alejadas donde tiene presencia el crimen organizado y el narcotráfico” .

Unas cien comunidades de nativos miskitas están asentadas a lo largo de unos 300 km de la ribera del río Coco, que corre paralelo a la frontera con Honduras en su salida al mar Caribe.

El caso no se puede analizar fuera del contexto de extrema pobreza que viven esas comunidades, comentó Cunningham.