Guatemala

El asesino de la cocina

En Guatemala, al menos 2.1 millones de familias usan leña para cocinar y al menos el 60% de ellas no tiene chimenea para la extracción de humo, lo cual causa infecciones de oído, cataratas y, sobre todo, enfermedades respiratorias.

Humo de leña causa la muerte a cinco mil personas casa año

Humo de leña causa la muerte a cinco mil personas casa año

La contaminación del aire en las viviendas por el uso de leña es el segundo factor de riesgo más importante de enfermedades en Guatemala y causa unas cinco mil muertes al año.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) le denomina a esa contaminación el “asesino de la cocina”, refiere el neumólogo Esaú España.

Según la OMS, en el 2010, el 57% de los hogares en el país utilizaban ese método para cocinar. La mayoría se concentra en las áreas rurales con pobreza y extrema pobreza.

El número es significativo debido a los altos precios del propano y fácil acceso a madera, refiere el Banco Mundial.

Necesidad

Zoila Fuentes de Melgar hace tortillas. Su situación económica no le permite adquirir una estufa industrial de gas.

“Yo sé que con el tiempo el humo daña los pulmones, pero la necesidad no nos permite hacer otra cosa, el gas se pone caro y ya no nos trae cuenta. Hay mucha competencia”, dice.

Melgar heredó el oficio de su madre, María Albertina de Fuentes, quien durante 30 años trabajó en eso, pero hoy padece cataratas, aunque Albertina lo atribuye a su edad, 72 años.

Impacto

Según el Sistema de Información Gerencial en Salud, las infecciones respiratorias agudas, neumonías y bronconeumonías estuvieron en el 2011 entre las 10 primeras causas de morbilidad y mortalidad en niños menores de 5 años, así como en mujeres de entre 15 y 49 años.

Según el Diagnóstico Nacional de Salud de marzo del 2012, efectuado por el Ministerio de Salud Pública, la principal causa de mortalidad en el país en menores de 5 años son las neumonías y las bronconeumonías —164 muertes por cada cien mil habitantes—. Del total de consultas a mujeres de 15 a 59 años, la primera causa de atención fueron las afecciones respiratorias agudas —29%—.

Hay una relación directa y significativa entre el uso de leña, carbón y otros combustibles sólidos y los males respiratorios, pues en las familias que los usan aumenta el 31% de probabilidad de padecerlas, explica la médica Guadalupe Verdejo, representante de la OMS y de la Organización Panamericana de la Salud.

“En América Latina no es el tabaco la principal causa de Epoc (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), sino el humo de leña”, indica el médico alergólogo Moisés López, presidente de la Asociación de Neumología de Guatemala y Cirugía de Tórax.

El proceso es paulatino, no inmediato. A partir de los 40 años, las mujeres manifiestan disnea —falta de aire—, y si no se trata a tiempo, el paciente será dependiente del oxígeno externo de por vida, afirma.

El tratamiento cuesta entre Q1 mil y Q1 mil 500 mensuales, ya que son daños irreversibles a los pulmones, después de una exposición de 10 a 15 años.

Medio de vida

Pese a los riesgos, para María Gilda Caracún de Pérez, quien trabaja en la elaboración de tortillas, no hay opción. Ella usa leña por razones económicas. “Con este negocio les di estudio a mis hijos”, expresa. Caracún tiene diabetes, y dice que sufre problemas de espalda por tantos años de acarrear leña.

Cambio difícil

Según Helps International, que busca reducir la contaminación del humo en las viviendas, la cultura, prejuicios y dificultad económica impiden el reemplazo de la leña.

Uno de los paradigmas de quienes se resisten al cambio es que si no sale humo no hay un “buen fuego”, y que si no se cocina con leña, la comida no sabe bien, según Verdejo.

Los ministerios de Salud y de Energía y Minas, y la OPS, lanzaron un plan para proveer de 65 mil estufas ahorradoras. La inversión calculada anual será de Q40 millones; en su mayor parte, donativos internacionales. Verdejo explica que es necesario educar e impulsar otros proyectos que ayuden a la población a comprender la importancia del cambio a estufas de gas y la adecuada ventilación.

Sin embargo, Melgar de Fuentes se resiste a los comales de metal, porque según ella las tortillas no se cuecen igual ni tienen el mismo sabor.

ESCRITO POR:

Brenda Martínez

Periodista de Prensa Libre especializada en historia y antropología con 16 años de experiencia. Reconocida con el premio a Mejor Reportaje del Año de Prensa Libre en tres ocasiones.