ESCENARIO DE VIDA

¿Debe seguir la Cicig?

Hay muchos sentimientos encontrados de si debe o no continuar la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (Cicig). Para unos es imprescindible detener a los corruptos y sus aparatos clandestinos y desmantelarlos, pero para otros es una imposición de países extranjeros, tal y como lo expresa el presidente Otto Pérez Molina. Sin embargo, si se instaló una plataforma no fue de forma antojadiza, sino porque en Guatemala reina la impunidad.

La principal función de la Cicig ha sido determinar la existencia de cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos. Esto implica su estructura, formas de operar, fuentes de financiamiento y posible vinculación con entidades o agentes del Estado. Otra de sus funciones es colaborar con el Estado en la desarticulación de los aparatos clandestinos de seguridad y cuerpos ilegales de seguridad, y promover la investigación, persecución penal y sanción de los delitos cometidos por sus integrantes. Aquí está el meollo de todo, pues los grupos pueden estar saliendo de cualquiera de las instituciones del Estado, de forma transversal, de grande a chiquito, o con implicación directa o indirecta de los participantes. Sin la Cicig, lo único que lograremos es que al día siguiente festejen los pillos y sigan delinquiendo sin ninguna vergüenza a la luz del sol.

La Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes) en su comunicado pide que se continúe extendiendo dicho mandato un año y lo considero prudente, puesto que debe ser el próximo gobierno el que se exprese sobre la pertinencia de su permanencia en el país y muestre voluntad para ello. Esto incluye la focalización temática de los objetivos de su mandato, su horizonte temporal y, por supuesto, los resultados esperados.

Por la historia de corrupción que tiene nuestro país, no debiera de asombrarnos que se haya instalado una plataforma de esta naturaleza que lucha por desarticular los cuerpos clandestinos y aunque no es perfecta, tampoco lo son quienes luchan en contra de su permanencia. Como somos más los buenos que los malos, debiéramos pedir que continúe. Pero de ahora en adelante la lucha entre malos y buenos sera más férrea. Después de la firma de la paz, la Asíes asegura que estos cuerpos ilegales de seguridad y aparatos clandestinos aparecen transformados, pues fueron creados en su origen como instrumentos fundamentalmente represivos, e implementados para la guerra irregular interna, pero con el tiempo se han mimetizado y adaptado a sus intereses actuales convirtiéndose en maquinarias muy sofisticadas al servicio del crimen organizado. Esto es algo que debilita al Estado y alimenta la corrupción a todo nivel por lo que se aprovechan de las instituciones públicas y de sus fondos para generar inmensas ganancias con toda impunidad.

¿Debemos hacernos de la vista gorda para que siga la corrupción con recursos públicos y privados? No podemos permitir que estos grupos contaminen nuestras estructuras públicas, ni que atenten contra el bienestar, la justicia y la seguridad de la población. Si a mí me preguntan, voto porque siga la Cicig.

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