ALEPH

Las 4 erres de un nuevo país

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Renuncia ya, Revela ya, Rescata ya, Reforma ya. Esas son las consignas que se escuchan fuerte entre algunos movimientos sociales. Queremos que se vayan todos los corruptos, no uno, todos. Queremos que rindan cuentas y que revelen de dónde llega el dinero para financiar las campañas. Queremos el rescate de la movilización social como factor fundamental de cambio y como atributo del país que deseamos uno nuestro, de todas y todos. Queremos una reforma integral del Estado, porque esto que tenemos hoy no es país, nación, Estado, ni nada.

Ya no basta con ser solo testigos de la historia. Las jornadas de abril y mayo del 2015 han pasado por nuestras calles, por nuestros cuerpos, por nuestra memoria, por nuestra indignación y por nuestra esperanza. Y seguirán pasando. Hoy somos sujetos de la gran historia que queremos escribir juntos. Lo que nos importa es renacer de los fangales en que estamos metidos; lo que nos importa es erradicar la cultura de la muerte, levantada sobre la corrupción, la violencia y la impunidad. Para ello hay que hurgar hondo en los tres poderes del Estado, entre los sectores empresarial y militar, en todo lugar donde haya habido un juego sucio de poder. Las elecciones hoy son lo de menos. Hoy el país es primero.

Todo se está moviendo muy rápido. Aquí ya no se proyectan con certeza escenarios a una semana plazo, ni siquiera a dos días plazo. Aquí vamos viendo cómo, cada hora, las cosas se mueven en los sentidos más insospechados. Ahora tenemos un nuevo vicepresidente, un alfil que salvaguarda el color que representa, y que ha sido históricamente parte del esta-blishment más reaccionario del país. Ahora tenemos una plaza vacante más en el gabinete. Ahora tenemos a los operadores políticos de los sectores de poder queriendo dividirnos y distraernos por el lado de lo ideológico. Ahora tenemos a los partidos políticos haciendo leña de los árboles caídos, olvidando que son parte del mismo bosque. Y nos falta ver mucho más.

Enfoquémonos. No nos perdamos en discusiones estériles, en historias de aviones privados y mansiones que ya sabíamos que existían. Esas son, para los buenos jueces, evidencias; para nosotros, distractores. Enfoquémonos, porque la historia lo pide. Las redes sociales no se cansan, los que podríamos cansarnos somos nosotros, pero no lo haremos. Seguiremos siendo los cientos y miles de pasos que nos están llevando a la construcción de un nuevo país. Es una tarea de años, pero cada paso nos hace avanzar un poco más en el tiempo. Después de este abril y este mayo, la historia se escribe diferente. Porque la juventud la está escribiendo, porque los hombres y las mujeres de este país la están escribiendo, porque quienes no pueden leer y escribir, también la están escribiendo.

El desorden es el antecedente imprescindible para el establecimiento de un nuevo orden. Lo dicen las leyes de la física. Por hoy, no se habla aún de una Asamblea Constituyente, porque —en el marco de la coyuntura actual de país— necesitamos ver primero recambios significativos en la correlación de fuerzas, y porque hoy hay leyes más importantes que cambiar, antes que la Constitución. Pero ¿qué pasaría si la realidad política va más allá y nos vemos obligados a ello? Habría que reunir, de manera temporal, a personas representativas de todos los sectores del país para definir las nuevas reglas del juego entre gobernantes y gobernados, para sentar las bases de un nuevo orden social y político. Sin exclusiones. Sería un derecho inalienable del pueblo ejerciendo su autoridad, un mecanismo de la democracia, una transformación radical y estructural, un poder constituyente por encima del poder constituido. Es apenas una de las cartas que se barajan en este momento político complejo y delicado, pero no la primera a la cual acudir. Renuncia ya, Revela ya, Rescata ya, Reforma ya. Son mucho más que consignas, son pasos esenciales para llegar a otra Guatemala.

cescobarsarti@gmail.com

ESCRITO POR:

Carolina Escobar Sarti

Doctora en Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de Salamanca. Escritora, profesora universitaria, activista de DDHH por la niñez, adolescencia y juventud, especialmente por las niñas.