El 2008 ha sido “uno de los años más difíciles y volátiles jamás vividos” en el mercado del crudo, consideró Peter Beutel, de la consultora de energía estadounidense Cameron Hanover.
El 2 de enero, el barril franqueó el umbral simbólico de los US$100. Le siguieron seis meses de récords casi diarios, que culminaron el 11 de julio, con el barril de Brent a US$147.50.
Pero la apoteosis dio paso al descalabro. Los precios se hundieron más de 70 por ciento, y todavía más rápido de lo que subieron.
El barril de West Texas Intermediate (WTI) para entrega en febrero, cotizado en Nueva York, llegó a venderse el 19 de diciembre a US$33.44, su nivel más bajo desde el 2 de abril de 2004.
Ayer, el barril de WTI se cotizó a US$36.28 y el Brent a US$37.65.
“Hemos vivido un año cortado en dos”, sostuvo Simon Wardell, del Gabinete IHS Global Insight.
En el primer semestre, un conjunto de factores hicieron estallar los precios: desde las tensiones geopolíticas en Irán, Nigeria o Pakistán, hasta el precario equilibrio entre una oferta que toca techo y una demanda estimulada por los países emergentes, con China a la cabeza.
A todo esto se sumó la conciencia de que las reservas son limitadas y cada vez de más difícil acceso, y finalmente una bulimia de los fondos de inversiones por las materias primas.
Para muchos analistas, la especulación domina el coctel explosivo.
Los fondos de inversión utilizaron el petróleo como un valor antiinflación, aceitando un círculo vicioso: pese a temer el alza de los precios, la potencian invirtiendo en crudo, principal componente de la inflación.
Con la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, en septiembre, y el estallido de la crisis financiera, esta lógica se invirtió.
Huyendo ahora de la deflación, los inversores dan la espalda al petróleo.
Paralelamente, el consumo de combustible empieza a caer en los países industrializados, y los estadounidenses, principales consumidores del mundo, dejan sus vehículos de potentes cilindradas en el garaje.
Un pronóstico recaba de todas formas el consenso: el petróleo volverá a ser un producto caro, puesto que los precios actuales, inferiores a los costos de producción, disuaden a los productores de invertir.
Así pues, 2009 será quizás el último año de petróleo barato.
AFP
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