Las escenas captadas por los medios de comunicación mostraban situaciones que parecían más de países africanos, donde históricamente se ha padecido de hambre.
?No puede ser que esto pase en Guatemala?, era la frase que muchos repetían al ver a niños, hombres, mujeres y ancianos que aparentaban ser cadáveres vivientes.
Juanita
Uno de los primeros ejemplos en salir a luz fue el de Juanita García, quien el 30 de agosto se convirtió en la quinta víctima del hambre, en el dispensario Bethania.
Ese centro médico vino a representar una luz salvadora para quienes padecían de desnutrición extrema, pues ahí fueron atendidos; la mayoría, sin paga.
En total fueron 173 los pacientes ingresados de agosto a noviembre, sobre todo niños.
Juanita, al igual que otros muchos que estaban en el lugar, tenía unos cuantos cabellos, sus ojos se habían dilatado en gran manera y su cuerpo más delgado ya no resistió más.
Otros niños, mientras tanto, estaban hinchados a más no poder, y la falta de líquidos en su cuerpo les provocaba erupciones y úlceras.
Tan avanzado era el estado de desnutrición que presentaban los pacientes del Bethania, que médicos que visitaron el centro asistencial no dudaron en afirmar que hacía 10 ó 15 años que no veían casos tan críticos, mientras que los más experimentados decían que sólo durante su tiempo de estudiantes trataron a pacientes tan extremos.
En las montañas
Lo que sucedía en el Bethania era sólo una muestra de lo que pasaba en las montañas de Jocotán y Camotán.
Ahí la gente lucía pálida y delgada, con vientres enormes y problemas e infecciones en la piel, todo producto de la falta de alimentos.
En esos lugares, los testimonios y lo que se apreciaba era desgarrador. La mayoría contaba que sólo estaban comiendo dos veces por día, y que procuraban dormir temprano para evitar cenar.
De igual manera, cuando se les preguntaba cuánto tiempo hacía que no habían comido carne, la respuesta eran risas, pues la gente ya no recordaba un acontecimiento tan especial.
A Jocotán y Camotán se unió Olopa, el único municipio con clima frío de Chiquimula. En ese lugar, nuevamente se encontraron casos extremos de pobreza y hambre.
Por ejemplo, la familia que apenas tenía para comer un banano asado, el cual supliría la necesidad de todo un día de cinco personas, tres de ellas niños.
Además, la familia de El Roblarcito, Olopa, la cual con sus ocho miembros, dormía en un camastro hecho de ramas y tenía días de no comer.
Así como la familia cuya madre tiene una sola blusa para ponerse, que lava cada ocho días y, mientras se seca, debe esperar desnuda.
De igual manera, afloraron otras historias tristes ante la indiferencia gubernamental que no se hizo esperar, pues la ayuda del Estado no fluyó.
La visión oficial
Un protagonista de esa indiferencia del Gobierno fue el vicepresidente, Juan Francisco Reyes, quien en múltiples ocasiones minimizó lo que estaba ocurriendo en el oriente guatemalteco, al señalar que en el lugar siempre ha habido pobreza.
El vicemandatario hasta se negó a trasladar en su helicóptero a dos niños que padecían desnutrición crónica.
De igual manera, Reyes López se convirtió en el máximo detractor de los esfuerzos privados que se unieron para atender la crisis.
Según él, lo único que buscaban éstos era publicidad, con vistas a eventos políticos en los que se podían hacer de más simpatizantes.
Solidaridad
Al inicio de la crisis provocada por el hambre, surgió espontáneamente un conglomerado de particulares que fue denominado Movimiento Solidaridad, el cual le dio cabida a empresarios, artistas, profesionales y ciudadanos comunes que querían ayudar.
Víveres, atención médica, recursos y análisis situacionales fueron proporcionados por el movimiento, que organizó actividades para paliar la crisis.
Luego de que este movimiento se desintegrara momentáneamente, otros particulares tomaron la misión de ayudar según sus posibilidades.
Al final, varias instituciones gubernamentales enviaron asistencia, como letrinas y abono, en tanto que un contingente de médicos cubanos llegó al lugar a prestar asistencia gratuita.
Sin embargo, mientras los esfuerzos privados iban hasta los lugares más apartados, los gubernamentales eran proporcionados a los habitantes de los cascos urbanos, beneficiando a los que no estaban pasando tanta necesidad.
Lo que viene
La pesadilla de la hambruna todavía no termina, según la opinión de expertos en la materia. Señalan que entre enero y febrero de 2002, la situación podría ser crítica por la falta de alimentos, sobre todo porque la situación se extenderá a otras regiones.
Así, se ha dicho que la hambruna podría convertirse en un problema a gran escala.
El motivo es que los campesinos que tuvieron magras cosechas verán que sus provisiones se harán cortas para satisfacer sus necesidades.
Otro motivo es que el desempleo crecerá, sobre todo por la crisis existente en el sector cafetalero, el cual ha tenido que despedir a miles de obreros, la mayoría de ellos campesinos.
Sin embargo, la causa que provoca más pesimismo es la falta de cosecha que se registrará en 2002, pues los campesinos no tendrán qué comer ni tampoco qué vender.
Los expertos indican que las cosechas serán mínimas o no habrá, porque los campesinos no tuvieron dinero para comprar semilla en 2001; mientras tanto, a quienes tuvieron para comprar semilla, no les alcanzó para fertilizante.
Pero la naturaleza también afectó a los campesinos, pues quienes pudieron adquirir ambos elementos, fueron afectados por la falta de lluvia que impactó en las siembras.
La vida sigue igual
Al hacer un recorrido por las comunidades chiquimultecas, se comprueba que muchos dicen no contar con alimentos, agua o trabajo. Sostienen, además, que nadie les ha ayudado. Sin embargo, en algunas ocasiones hay casos de oportunismo.
Personal del dispensario Bethania considera que algunos pobladores dicen no haber recibido asistencia para obtener más víveres y medicinas.
Sin embargo, se reconoce que son tantos los afectados por la crisis alimentaria que seguramente habrá a quienes no se les pudo ayudar, en especial por lo apartado de sus comunidades.
El Movimiento Solidaridad se ha reactivado, y busca la manera de evitar que otras vez haya muertes por la desnutrición, tal y como ocurrió este año, cuando 123 personas fallecieron por ese flagelo.
Para 2002, la perspectiva luce incierta.
La sequía y la falta de empleo serán los aspectos que más podrían agravar una nueva crisis alimentaria y de desnutrición en el oriente del país y otras regiones de Guatemala afectadas por la pobreza extrema.
Pobreza: San Marcos, el más pobre
La situación de pobreza que afronta el país es grave según el informe, ?Mapas de Pobreza?, realizado por la Secretaría de Planificación y Programación de la Presidencia de la República.
Los mapas de pobreza no son más que un ordenamiento de zonas geográficas del país, a través de medidas que cuantifican el bienestar de los hogares.
En el mapa de Incidencia de Pobreza por municipio, el departamento que más problemas presenta es San Marcos con un porcentaje de pobreza de 86.66, seguido con un 85.62 de Totonicapán y Quiché con 81.09.
La línea de pobreza esta definida por una cifra en quetzales indispensable para satisfacer las necesidades mínimas en calorías, así como otras necesidades no alimenticias, como transporte, educación y salud.
En el rango de pobreza extrema San Marcos presenta también la mayor cantidad de municipios afectados.
El indicador de pobreza extrema está definida por la cifra en quetzales indispensable para llenar únicamente un consumo mínimo de calorías.
El municipio más pobre del país según estos mapas es Comitancillo, ubicado en el departamento de San Marcos, en donde 99 de cada 100 personas viven en una situación de pobreza y un 95 por ciento de la población de este lugar se encuentran en extrema pobreza.
Mientras que la ciudad capital es el municipio que presenta el menor porcentaje de pobreza del país, ya según estos datos 5 de cada cien capitalinos vive en la pobreza.
Al realizar un análisis por regiónes; las regiónes que más pobreza reportan son la Noroccidente y la Norte.
En Jocotán, uno de los municipios que más se vio afectado por el problema de la hambruna, el promedio es 79 pobres por cada 100 habitantes de ésta región.
La pobreza desencadena un circulo vicioso de problemas; se pueden enumerar de la siguiente manera: menor ingreso, necesidades básicas insatisfechas, mala calidad de vida, falta de acceso a servicios de salud y de educación y posibilidades nulas de tener una democracia efectiva.