SIN FRONTERAS

Nuevos valores para la política exterior

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Las circunstancias actuales del país obligan a plantear una nueva política externa. Lo que tenemos en la actualidad es el resultado de una larga degradación de nuestra relación con el mundo y de nuestra cancillería, que ha muerto paulatinamente bajo nuestra paciencia. De un sensato diplomático escuché un día que la política exterior solo funciona si refleja la realidad de lo que sucede dentro. Y en la actualidad, esto claramente no se cumple. Lo que nuestro gobierno dice en el plano internacional no podría estar más alejado de la realidad interna. Y las alianzas que el país ha buscado no podrían ser más contrarias a las necesidades de un pueblo que, de rodillas, pide asilo a los estadounidenses. Estamos a seis meses de que tome posesión la nueva presidencia en el país, y esta deberá fijar postura en un año donde se anticipa que el presidente Trump, en campaña, continúe promoviendo odio contra nuestros países, y nuestros paisanos. Enfrentar eso será el reto de los tiempos.

En Guatemala es notorio un sentimiento de resignación frente a todo lo que venga de la Casa Blanca. Esto, aunque carezca de beneficio alguno para los nuestros. Se escuchan justificaciones que van desde la dependencia de nuestra economía frente a la de EE. UU., hasta la gran desproporción en la balanza comercial. Pero esta resignación evade reconocer, primero, que no todos los países que dependen económicamente de otro le son sumisos. Y segundo, que la política exterior puede estar basada en principios de aceptación universal que trascienden lo económico, y sumarían otros países amigos a una causa que es humanamente imperativa. En estos tiempos, la más básica moral empuja a plantear nuevos valores, en las líneas de: el conocimiento (de la realidad de las familias marginadas); la comprensión (de su estado de desesperación); la empatía (indispensable como valor humano) y la fraternidad (para impulsar mejoras que alivien su condición). Es decir, la antítesis de lo que ha hecho desde la presidencia Jimmy Morales, por medio de su canciller Jovel, alineados con el discurso estadounidense de que la migración se reduce a gente que se va por engaño de los coyotes.

' “Una política exterior solo funciona si refleja la realidad de lo que sucede adentro del país”.

Pedro Pablo Solares

Lamentablemente, y por trabajo, me ha tocado visitar demasiados hogares en los departamentos pobres, donde he escuchado el quejido de los niños que reclaman comida de un padre que tiene el depósito de maíz vacío. Y he escuchado de primera mano el testimonio de una madre que cuenta cómo su hijo de 7 años le advirtió —antes de irse al Norte con su papá— que enfrentaría su mayor miedo de caer en manos de los Zetas y de ser descuartizado. Le explica el niño a su mamá, que llora, que esta es la “vida que les tocó”. Se van conscientemente, buscando un lugar donde haya para comer. Cuesta comprenderlo desde la ciudad, pero este es el testimonio de millones. Y ninguna política exterior será sincera ni efectiva si no parte de esta verdad, que es la nuestra.

Ciertamente, el reto es grande para un mandatario guatemalteco que quiera servir al interés de su pueblo. En su contra tendría un Ministerio de Relaciones Exteriores demolido en su ethos, que carece de espíritu, capacidad y empatía, y que trabaja sin aspaviento alguno bajo las directrices de una canciller que —en esos términos— no es más que muestra representativa de la institución que dirige. En contra también, claro, tendría al ala más dura de los estadounidenses, que ganan elecciones a costa del sufrimiento de nuestra población más indefensa. Pero a su favor tendría un amplio respaldo nacional y mundial, que apoyaría la revelación de la verdad, y la búsqueda de mecanismos internacionales para llevar paz a millones de hogares que hoy sufren el flagelo de la migración forzada: nuestro mayor problema de política exterior, y cuyas causas son imposibles de esconder.

ESCRITO POR:

Pedro Pablo Solares

Especialista en migración de guatemaltecos en Estados Unidos. Creador de redes de contacto con comunidades migrantes, asesor para proyectos de aplicación pública y privada. Abogado de formación.