SI ME PERMITE

Sabemos ser actores cuando tenemos audiencia

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“Tomar en serio lo que sucede sobre la escena es el único camino para ser buen crítico”. Bernard Shaw

Ayer fue el Día Mundial del Teatro, y cuando tenemos que pensar en él, normalmente tenemos en nuestra mente un escenario que con sus cortinas enormes abre y cierra, y sobre el escenario los artistas van representando cosas que todos nosotros hacemos a diario, no para actuar, sino simplemente porque así somos y, la verdad, escogemos, dependiendo de con quienes estamos para actuar de una manera diferente.

' La vida no es un escenario para que el público termine aplaudiendo, aunque viva como si así fuera.

Samuel Berberián

Claro está que muchas veces como actuamos es exactamente lo que somos y no hay ningún problema con eso, pero cuando estamos fingiendo la realidad y proyectamos un estado o un perfil que no es nuestro, la vida se cambia en un teatro, siendo nosotros los actores principales. Lo triste y lo lamentable es cuando por un tiempo prolongado mantenemos un actuar que nos lleva a olvidarnos realmente de quienes somos, de tantos papeles que hemos jugado en el escenario de la vida.

Pero no olvidemos que muchos de los que nos rodean nos imitan o nos copian por lo que hacemos y el modo en el que lo hacemos, y cuando observamos nuestro actuar en otros no sabemos si reír o llorar. Porque si es una virtud la que están copiando, qué bueno que hemos podido impulsar para que otros mejoren su modo de ser, pero cuando no es así estamos de alguna manera multiplicando algo que ni nosotros queremos ser.

Esto es muy evidente cuando estamos criando a los niños y cuando están jugando toman el papel de uno y nos imitan con una exactitud admirable. La imitación es una consecuencia de observar y asimilar lo que se ve para poderlo repetir.

Claro está que el que está en un escenario desempeñando un papel del personaje de una obra es un artista que tiene el talento y la capacidad de personificar una determinada figura y poder comunicar un mensaje con ello. Por lo mismo, los aplausos al final de la obra son un reconocimiento a la capacidad demostrada en el desempeño del papel que le ha tocado representar.

Si la vida fuera un enorme escenario, sería aceptable que fuéramos actores sabiendo que una vez cae el telón se ha terminado la actuación y regresamos al papel que la vida nos ha concedido, y ya no es un actuar, sino ser y ser lo mejor. Y lo que nosotros somos habrá de influir a muchos otros.

Cuántas veces vivimos la vida sin recordar que somos observados y, por lo mismo, evaluados y juzgados en lo que hacemos, pero mucho más por el cómo lo hacemos. La gran incógnita que tenemos es que en cualquier obra de teatro se ha ensayado cada parte y se sabe exactamente cuándo el telón caerá y la obra habrá terminado y podemos volver a vivir nuestra vida.

Pero en la vida diaria que vivimos no podemos determinar cuándo es el final de la obra, y por lo mismo debemos ser muy conscientes de cada paso que vivimos.

Debería ser nuestro máximo ideal que el papel que nos toca vivir, sea como padres o como servidores, o cualquiera que la vida nos ofrece, lo hagamos de tal modo que, no importando cuándo habrá de ser el final, cuando este llegue hayamos alcanzado el clímax del papel que estábamos desempeñando para inspirar favorablemente a los que nos rodean.

ESCRITO POR:

Samuel Berberián

Doctor en Religiones de la Newport University, California. Fundador del Instituto Federico Crowe. Presidente de Fundación Doulos. Fue decano de la Facultad de Teología de las universidades Mariano Gálvez y Panamericana.