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Cinco historias inspiradoras que deja el año

Durante el 2018 se dio a conocer las historias de varios guatemaltecos, quienes sin importar las circunstancias mostraron que con perseverancia, voluntad, metas claras y amor incondicional se puede salir adelante. 

Una de las historias que causó revuelo fue la del políglota Pedro Perebal, quien narró cómo logró aprender a dominar 10 idiomas.


Este guatemalteco originario de Chichicastenango, Quiché, salió del anonimato, luego de que un internauta lo grabara mientras mostraba su conocimiento en idiomas como el inglés, italiano, francés, portugués, castellano, quiché, japonés, ruso, mandarín y alemán.

Las redes sociales fueron el escenario donde miles de personas le mostraron su admiración y Perebal, quien fue grabado en un taller de enderezado y pintura, donde laboraba como guardia.

Con el pasar de los días la expectación creció en torno a Perebal, quien fue despedido con honores de su trabajo como guardia y actualmente trabaja en el Aeropuerto Internacional la Aurora, donde la bienvenida a los viajeros.

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Perseverancia

Perebal resalta que la perseverancia fue la clave para alcanzar al éxito y ha motivado a los guatemaltecos a que las metas se pueden alcanzar. “mi primer libro para aprender inglés me costó Q5”, manifestó en abril último, cuando se conoció sus habilidades.

Su espíritu emprendedor no se detiene, pues su próxima meta en fundar una academia de idiomas para que más personas tengan la oportunidad de aprender más idiomas.

Perebal resaltó que la disciplina es importante para lograr los objetivos, ya que él por su propia iniciativa compró libros y por medio de videos en internet aprendió más idiomas.

Video de abril de este año

Voluntad a toda prueba

Otra guatemalteca que ha demostrado que la edad no es un impedimento para superarse es doña Matilde Colindres Flores, de 105 años, quien este año cursó segundo primaria en un programa de alfabetización que impulsa la comuna capitalina en la zona 5.

Su historia se dio a conocer en septiembre último, cuando Matilde destacó “mi secreto para vivir bastante es portarme bien y ser caritativa, nunca he puesto mis pies en un juzgado”.

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Entre suspiros recordó que de niña no asistió a la escuela, porque ayudó a sus padres a trabajar y aunque a su edad algunas cosas se le olvidan, este año logró aprender a escribir varias palabras.

Matilde tiene 12 nietos, 30 bisnietos y 35 tataranietos y según sus familiares, ella siempre está con una sonrisa y cada los motiva a que sigan adelante.

“Siempre está al tanto de que todos estemos bien”, afirmó su tataranieto Josué Javier Flores.

Metas claras

Cada persona tiene una historia que contar, una de ellas es Jorge Alexander Paz, de 30 años, quien relató cómo fue vivir en la calle. Un tumor en la columna causó que le amputaran la pierna izquierda y quedara en silla de ruedas.

Cada mañana se ubica frente al templo de San Francisco en la 6 Avenida y 13 calle de la zona 1, donde con esta frase
“cómpreme un chicle por favor”, llama la atención de los transeúntes para que le compren su producto.

Su rutina cambió un poco a finales de noviembre último, pues en su silla de ruedas se movilizó hacia el Mercado Sur Dos, en la zona 1, donde le entregarían su traje formal para usar el día que se graduó de bachiller en ciencias y letras.

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Llegar a esa meta no fue fácil, pues Jorge a la edad de 5 años decidió vivir en la calle, luego de que su mamá muriera.

“No es fácil, se pasa hambre, me tocó pedir limosna y cantar en los buses para tener la comida. Algunas veces me pegaban”, externó durante la entrevista.

Jorge vivió 13 años en las calles de la ciudad de Guatemala y recuerda que con el apoyo de gente generosa logró tener la oportunidad para superarse, pues hasta cuando tenía 19 años tuvo documento de identificación.

Dos años después su vida tomó otro rumbo, pues un tumor en la columna lo dejó en silla de ruedas y por una infección en el hueso perdió su extremidad.

Con emoción asistió a su acto de graduación, lucía una toga color corinto y con emoción expresó: “Cumplí mi meta gracias a Dios”.

Resalta que Dios le ha dado otra oportunidad para vivir, por lo que desea aportar al país y motivó a los guatemaltecos a que luchen por sus sueños.

Amor incondicional 

 “Es un amor de niño, es cariñoso y atento. Ya puede escribir su nombre”, así describió Marleny Pérez a su hijo Irving Contreras con discapacidad, con quien cada día se esfuerzan para salir adelante.

Irving escucha atentó a su mamá, quien manifiesta que su anhelo cada día es luchar por un mejor futuro para el joven, quien a los 6 meses de edad quedó en la referida condición por una meningitis.

Marleny recuerda que recibir el diagnóstico médico fue difícil, pero junto a su esposo lucharon por el bienestar de Irving; sin embargo, hace seis años enfrentó otra situación adversa cuando su cónyuge falleció por insuficiencia renal.

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Mientras junta sus manos y suspira, Marleny expresa que ha sido valiente para superar lo sucedido, pues su amor hacia su hijo la motiva cada día para lavar y planchar ropa ajena, trabajo con el que logra conseguir los casi Q1 mil mensuales para el tratamiento de su hijo.

Otra historia

En la zona 5 de Mixco se vive la historia de Escarly Quiñonez, 29, y su hija Darlyn Rafael, 8, que tiene síndrome de Dowm. Al igual que Marleny, esta madre de familia consigue recursos económicos con lavado y planchado de ropa ajena.

“Hay días que nos va difícil, pues no siempre hay trabajo”, refiere, Escarly, quien también es viuda, pues su esposo falleció hace un año por una enfermedad.

Ambas viven donde un pariente, pues carecen de vivienda, dijo Escarly, quien añadió que no puede tener trabajo fijo, ya que su niña requiere cuidados especiales.

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ESCRITO POR:

Óscar García

Periodista de Prensa Libre especializado en periodismo comunitario e historias humanas con 12 años de experiencia.

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