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Mujeres en la provincia vencen el analfabetismo y ahora leen más que los hombres

Desde  muy pequeña, Nora Samayoa López, originaria del cantón  Laguna, Paquix,  Chiantla, Huehuetenango, supo que no iría a la escuela, pues su padre le advirtió de que no tenía dinero. Además, no tendría caso que estudiara, si en el futuro su papel sería velar por los quehaceres del hogar.

Una mujer con su hija en brazos escribe en una pizarra en Huehuetenango. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Una mujer con su hija en brazos escribe en una pizarra en Huehuetenango. (Foto Prensa Libre: Mike Castillo)

Nora no perdió la esperanza de ser profesional y ejemplo para sus 11 hermanos. Ella es una de las mujeres interesadas en aprender a leer y escribir. Un ejemplo que confirma el descenso de la brecha entre sexos respecto de la alfabetización.    

“Hace unos años tomé la decisión de inscribirme en el programa de alfabetización de Conalfa. Ahora soy impulsora de  desarrollo familiar y enseño a leer y escribir a las mujeres de mi comunidad, para que conozcan sus derechos y los hagan cumplir”, expresó.

Los registros de analfabetismo señalan que  en los últimos seis años en el país ha disminuido en 27 por ciento la cifra de mujeres que no saben leer ni escribir. El índice de mujeres analfabetas bajó de 75 por ciento, en el 2010, a 48 por ciento, en  el 2016;  pero el de  hombres pasó de 25 por ciento, en aquel año, a 52 por ciento, el año pasado.

Estadísticas del Comité Nacional de Alfabetización (Conalfa), con base en proyecciones del  Instituto Nacional de Estadística, indican que hasta diciembre del año pasado el  12.31% de la población mayor de 15 años no sabía  leer ni escribir —un millón 241 mil 32 personas: 647 mil 571 hombres y 593 mil 461 mujeres—.

“Una persona que no lee tiene limitado el ejercicio de ciudadanía, desconoce sus derechos y queda en desventaja dentro del contexto laboral. Según estudios, la diferencia de ingresos de una persona que sabe leer supera hasta en 40% los de una que no lo hace”.


Douglas  Morataya, encargado  de Comunicación y Divulgación de Conalfa, explicó que el índice de mujeres analfabetas disminuyó  gracias a la  implementación de programas dirigidos a la atención de mujeres desde la firma de los acuerdos de paz. 

Reconoció  que pese a los avances que se han tenido en la disminución de  la brecha por razones de sexo, aún falta mucho  para reducir uno de los grandes males de Guatemala,  no saber leer ni escribir.

Refirió que las condiciones sociales y económicas limitan el acceso a la educación, especialmente de menores, quienes deben apoyar la economía familiar.

Morataya indicó que el factor cultural en cuanto a  roles  contribuye a  que las niñas sean relegadas a los trabajos domésticos y no se les permita  ir a la escuela, pese a su deseo por aprender a leer y escribir.

“Una persona que no lee tiene limitado el ejercicio de ciudadanía, desconoce sus derechos y queda en desventaja dentro del contexto laboral. Según estudios,  la diferencia de ingresos de una persona que sabe leer supera hasta en 40% los de una que no lo hace”, expresó.

Recientemente fue lanzado el programa Guatemala por la Alfabetización, con el cual se espera atender a 202 mil 490 personas este año. Además, Conalfa cuenta   con  una  estrategia para   concienciar a todos los sectores de la población sobre la importancia de la alfabetización.

Parte de la visión del Comité es alcanzar en el   2021 un índice de alfabetismo superior al 96%, con lo que se dotaría a la población alfabetizada de habilidades y conocimientos para que participe de forma activa en el mejoramiento de su calidad de vida.

Vidas transformadas

Carlos Reyes, originario de Pachoj, Santa Cruz del Quiché, cuenta que desde pequeño soñaba con ir a la escuela y ser un profesional, pero se  quedó huérfano    y lo único que   aprendió fue a   usar    el azadón y trabajar la tierra para sobrevivir.

Convencido de que la edad  no es  obstáculo para alcanzar sus metas, a los 49 años decidió aprender a leer y escribir.

“Quiero dejar de depender de otras personas para desenvolverme y dejar de ser analfabeto”, dijo Reyes mientras se dirigía a  Pachoj, donde junto a otras 10 personas recibe clases.     

Héctor Argueta, director de Conalfa en Quiché, manifestó  que hasta diciembre último, en ese departamento, había 153 mil 644 analfabetos mayores de 18 años, en su mayoría mujeres.

Indicó que pese a que  velan por que   el proceso de  alfabetización sea continuo e integral,  muchas  personas lo abandonan.

“Nos acoplamos a los horarios y días accesibles para los interesados. Normalmente las amas de casa prefieren  recibir clases de 8 a 10 horas,  porque es cuando los niños   van a la escuela y los esposos trabajan”, indicó.

Jorge Camas Chávez, delegado de Conalfa, indicó que  se calcula que  145 mil 800 huehuetecos son analfabetos —19.24% de la población—. Los municipios con mayor incidencia son Barillas, Chiantla, San Mateo Ixtatán, San Pedro Soloma y Cuilco.

En Huehuetenango,  el analfabetismo en   mujeres se   atribuye a  discriminación y pobreza.

Juana   Valdés, secretaria ejecutiva de Conalfa, manifestó que la diversidad lingüística ha sido una barrera en la lucha por eliminar el analfabetismo en regiones del altiplano, donde se centra la mayor cantidad de personas que no saben leer ni escribir, especialmente  mujeres.

Cambio de Prioridad

“Antes la prioridad de los padres era enseñarles a sus hijos a  trabajar   y no el estudio, pues decían que ir a la escuela era un lujo y que solo  las familias ricas podían hacerlo”, expresó la chiquimulteca  Zoila Espino, 53, quien asegura que desde los 9 años se gana la vida con la venta de comida.

Zoila cuenta que, además de trabajar para sus siete hijos, se esfuerza por asistir a las clases de alfabetización. Segura de sí misma, dice: “Quiero dejar de ser analfabeta, pues es como vivir en tinieblas. Cuando voy a algún lugar, me da vergüenza decir que no puedo ni escribir mi nombre”.

José Pérez, delegado de Conalfa en Chiquimula,  informó que con el fin de contrarrestar el analfabetismo, que  aqueja a más de 54 mil chiquimultecos,  cuentan con varios  programas  de educación primaria en español y ch’orti’  que son apoyados por comunas y oenegés.

La lideresa Juana Samayoa, de Sololá, coincide en que el machismo es la principal causa del analfabetismo en ese departamento,  pues para la mayoría de padres la prioridad para sus hijas es enseñarles oficios del hogar.

Mateo Lorenzo, coordinador de Conalfa, dijo que recientemente se lanzó la  estrategia “Sololá por la alfabetización”, con la cual esperan alfabetiza.

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