El vuelo de los colchoneros aterrizó con retraso y fueron recibidos por menos aficionados que el Real Madrid, cuya llegada generó mucha expectativa entre los propios hinchas portugueses.
Costa, que es duda para la final por problemas físicos, desembarcó del autobús sonriente, mientras que sus colegas el turco Arda Turan (también en duda) y David Villa enfilaron al hotel concentrados con auriculares.
Será la séptima final europea para los rojiblancos, la segunda de la Copa de Europa, 40 años después de haber perdido en la edición de 1973-1974 contra el Bayern de Múnich alemán.