Isco era el centro de todas las miradas. Tercera titularidad con Solari, siempre en partidos de poca historia, y una nueva oportunidad perdida para rebelarse ante lo que considera una injusticia y escapar del papel secundario al que ha quedado relegado. Lejos de su mejor forma física, la noche no ayudó.
Y eso que Solari retocaba su sistema para ubicar en la situación ideal a Isco. El Real Madrid pasaba a un 1-4-2-3-1 con libertad de movimiento para el andaluz a espaldas de Vinicius, el improvisado nueve ante la plaga de lesiones. Apenas conectaron. Isco añoró los movimientos inteligentes de Benzema y la ocasión más clara de la que dispuso la perdonó. Lento en un contragolpe para decidir, en posición de remate y disparando finalmente contra un defensa.
Segundos después el Real Madrid recibía el castigo. Se venía anunciando por el empuje del Leganés ante una defensa inexistente. Cada balón colgado desde las bandas encontraba un rematador. Inferioridad madridista en estatura y mayor distancia aún en motivación. Sabin Merino lo remataba todo pero no encontraba puerta. Rozaba el poste en su mejor acción. Gumbau perdonaba lo imperdonable. Rematando al aire un balón medido de Eraso a centímetros de la línea de gol y libre de marca.
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A la media hora llegaba el contragolpe, de hasta cinco contra tres que iniciaba Vinicius con velocidad y acababa Isco con lentitud, y el tanto local que resucitaba por momentos la eliminatoria. Otro centro lateral y otro remate. En esta ocasión de un punta que aumenta la dinamita del Leganés. Braithwaite al segundo intento marcaba a placer tras la parada de Keylor a Merino.
Era el justo premio a la voluntad pero ya no hubo más noticias del Leganés. Apenas un disparo lejano de Bustinza que detuvo bien abajo Keylor cerró el primer acto y el Real Madrid anestesió el segundo. Solari, enfadado por lo que veía, decidió que su apuesta de doble lateral en la banda izquierda no daba sus frutos, con Reguilón y Marcelo, e introducía a Dani Ceballos que le daba mayor posesión de balón.
El partido pasó a ser un trámite. La misión se convertía en imposible para un Leganés que daba por bueno su triunfo de honra. Al Real Madrid le faltaba dinamita para generar peligro, sin nadie para rematar los centros de cada subida de Odriozola. Con Isco incómodo de falso nueve y Vinicius pasando a la izquierda, aumentando remate pero no el peligro.
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El divorcio entre Solari e Isco se escenificaba a los 68 minutos cuando era sustituido. Ni un gesto. Ni una mirada. Braithwaite acarició el gol que habría encendido la eliminatoria, con dos remates en zona de peligro, y Merino desperdiciaba la última opción de alimentar el milagro a seis minutos del final perdonando su mano a mano ante Keylor.
Fueron unos minutos finales de locura inesperada. Mientras, Brahim acarició su primer tanto como madridista, tras una carrera de Vinicius y un balón picado que repelió el poste. El último empuje del Lega con tres claras ocasiones sirvió a Keylor Navas para reivindicar su nivel en otra noche madridista para el olvido.
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