“Nace una nueva Liga”, dijo en un comunicado el presidente de la LFP, Javier Tebas, celebrando esta esperada decisión “necesaria para el desarrollo y crecimiento de nuestro sector (…) que le permitirá ser más competitivo en el mercado nacional e internacional”.

Contrariamente al resto de grandes campeonatos europeos, en España cada club negociaba individualmente la venta de sus derechos televisivos. Esto dejaba en desventaja a los pequeños que recibían hasta ocho veces menos ingresos que Barcelona y Real Madrid, que con 140 millones cada uno se llevaban casi la mitad del pastel.

Con este nuevo decreto, los clubes percibirán más del 90% pagado por las operadoras, a distribuir entre la primera y la segunda división (90 y 10% respectivamente). El reparto entre los diferentes equipos también estará regulado.

Un 50% se distribuiría equitativamente, otro 25% en función de los resultados deportivos en las últimas temporadas y un último 25% por aspectos varios como el número de seguidores, la recaudación o la audiencia.

El ministro de Deportes, José Ignacio Wert, aseguró en rueda de prensa que con este sistema aspiran a alcanzar en un corto plazo unos ingresos de 1.000 millones de euros por la retransmisión nacional y entre 400 y 500 por la internacional.

Este decreto “garantiza la viabilidad de los equipos y la competición”, dijo.

Este reparto equitativo es una larga reivindicación de muchos equipos españoles que, ahogados por las deudas, se veían forzados a dejar marchar a sus mejores jugadores a ligas extranjeras.

Ya en 2011, el expresidente del Sevilla, José María del Nido, aseguraba que “la Liga española es una Liga tercermundista en la que dos clubes sustraen el dinero de la televisión de los demás que competimos”.