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Fox 40, el silbato del clásico español entre el Real Madrid y el Barcelona viene de Canadá

El clásico de este domingo entre Real Madrid y Barcelona se pitará con un Fox 40. Juan Martínez Munuera utiliza este famoso silbato de Canadá, producto de una empresa familiar que fabrica 15.000 al día.

Dave Foxcroft (presidente de Fox 40 International e hijo de Ron Foxcroft), Ron Foxcroft (fundador y consejero delegado de Fox 40 International) y Ronnie Foxcroft Jr. (Director de ventas de Fox 40 International). El clásico de este domingo entre Real Madrid y Barcelona se pitará con un Fox 40. Foto Prensa Libre: EFE.

Dave Foxcroft (presidente de Fox 40 International e hijo de Ron Foxcroft), Ron Foxcroft (fundador y consejero delegado de Fox 40 International) y Ronnie Foxcroft Jr. (Director de ventas de Fox 40 International). El clásico de este domingo entre Real Madrid y Barcelona se pitará con un Fox 40. Foto Prensa Libre: EFE.

En España vende 170.000 al año, en deportes, seguridad y socorrismo. Su inventor, Ron Foxcroft relata a EFE cómo lo creó en los años 70.

“Me resulta muy emocionante cada vez que la Copa Mundial de Fútbol está en la televisión y veo a los árbitros con mi silbato o cuando lo usan en los Juegos Olímpicos porque fui árbitro en los Juegos de verano de Montreal en 1976”, explica a EFE Ron Foxcroft, el padre del silbato que se vende en 140 países del mundo a un precio medio de 8 dólares por unidad y que en las últimas décadas se han convertido en uno de los más populares para árbitros de todo tipo de competiciones como la Copa Mundial de Fútbol o la NBA.

La empresa alicantina ‘Made for Sport’ (MFS) es el importador en España de los silbatos Fox 40 y distribuyen cada año unas 30.000 unidades para el segmento del fútbol, incluidos los que usan los árbitros de Primera División, pero abastecen a todos los deportes así como a otras actividades, como seguridad y socorrismo, con hasta 170.000 unidades suministradas cada doce meses.

El responsable de Compras de MSF, Rubén Pérez, ha relatado a EFE que muchos de los colegiados de las ligas profesionales piden “personalizar” su silbato incluyendo su nombre, apellido, el número de licencia o, incluso, con su apodo, lo cual se hace con un láser a ambos lados del objeto en una superficie de 1 centímetro cuadrado.

Estos silbatos muy apreciados porque sus 115 decibelios no fallan bajo la lluvia. Tienen un coste de 5,99 euros (el clásico) y de 9,19 los que llevan boquilla de silicona, elegidos para evitar que queden marcados los dientes y tienen un agarre más cómodo.

 

El empresario que arbitró el primer partido universitario de Michael Jordan

 

En la década de los años setenta, Foxcroft era un incipiente empresario, con una creciente familia y propietario de una empresa de transporte por carretera en la localidad canadiense de Hamilton, a unos 70 kilómetros al suroeste de Toronto.

Pero Foxcroft, que sigue trabajando cada día a sus 76 años de edad, también era un deportista al que una lesión apartó del fútbol americano y que canalizó su pasión hacia el arbitraje de baloncesto.

“Teníamos poco dinero. Había invertido todo en mi compañía de transporte. Y para pagar la comida, arbitraba en la competición de baloncesto universitario NCAA. Llegué a arbitrar el primer partido que jugó Michael Jordan (en aquel momento se le conocía como Mike Jordan) con Carolina del Norte en 1981”, explica el empresario con orgullo.

Para entonces, Foxcroft ya había tenido sus más y sus menos con los tradicionales silbatos que utilizan una bola, en muchas ocasiones de corcho, para generar su característico sonido.

Quizás el peor momento fue durante la final de baloncesto masculino de los Juegos de Montreal. Foxcroft tuvo que soportar la ira de los cerca de 18.000 espectadores que presenciaban el partido cuando el codazo de un jugador yugoslavo a otro de Estados Unidos se quedó sin penalización.

 

Silbatos con problemas

 

Y no porque Foxcroft no lo viese o no lo indicase. Pero cuando fue a silbar la falta, la bola se quedó encasquillada y el pito no emitió ningún sonido.

Años después, en 1984, durante un torneo preolímpico en Sao Paulo (Brasil), le sucedió lo mismo ante 15.000 espectadores.

“Me dije ya basta. Alguien tiene que diseñar un silbato que no falle. Y cuando volví a Canadá contraté a un diseñador e ingeniero industrial, Chuck Shepherd, un genio que recientemente murió. Pedí un préstamo de 150.000 dólares y durante tres años y medio trabajamos juntos. Contratamos otro ingeniero, un científico doctorado en sonido y un profesor de música”, recuerda Foxcroft.

“Y tras tres años y medio, finalmente teníamos dos prototipos de lo que hoy es el Fox 40 Classic”, añadió.

Ahora el problema era venderlo. Y durante dos meses, literalmente no vendió ni un pito.

Hasta que en 1987 fue designado como árbitro para los Juegos Panamericanos que se celebraban ese año en la ciudad estadounidense de Indianápolis.

Foxcroft se llevó sus dos prototipos, que le habían costado 150.000 dólares, y una madrugada, a las 2.00 de la mañana, se puso a tocar el silbato en la residencia donde se hospedaban el resto de árbitros.

 

120 decibelios

 

“La gente vino corriendo, atraída por el precioso sonido penetrante, con pulsación, a 120 decibelios, del silbato. Me preguntaron si podían comprar uno. Y yo, siguiendo la recomendación de mi mujer Mary, les dije que era imposible porque todas mis existencias estaban agotadas. Pero si querían, podían realizar nuevos pedidos”, dice con una sonrisa.

Esa semana, Foxcroft vendió 20.000 silbatos a un precio de seis dólares por unidad y puso la primera piedra de su imperio.

La calidad del silbato Fox 40 Classic hizo que su popularidad rápidamente fuese más allá del mundo deportivo. Foxcroft empezó a producirlo en colores chillones y el silbato empezó a ser adoptado en masa por salvavidas, equipos de búsqueda y rescate, el Servicio de Guardacostas, las fuerzas de seguridad…

“Es de lo que estoy más orgulloso. Porque este silbato salva vidas. Esta misma semana, un esquiador en las montañas del oeste de Canadá se perdió al anochecer. Los equipos de rescate lo encontraron gracias a su silbato Fox 40 en mitad de la noche, con temperaturas muy por debajo de 0, con una pierna rota encallada en un orificio”, dice con emoción contenida.

“Estas son las historias que me mantienen en marcha cada día a pesar de mis 76 años”, añade.

Todos los años, Foxcroft, sus hijos con los que comparte la gestión de la compañía, y su personal añaden nuevas características al diseño. Ahora, alguno de los 41 modelos de silbato de Fox 40 es utilizado en la mayoría de las ligas deportivas en todo el planeta.

Foxcroft reconoce que baloncesto y fútbol son sus mejores mercados deportivos pero que en la actualidad entre el 60 % y el 70 % de sus ventas totales son para el segmento de seguridad y búsqueda y rescate.

“Estamos salvando vidas”, concluye con orgullo.