El momento que muchos madridistas no querían que llegase está llamando a la puerta. Iker Casillas se marcha del Real Madrid. El portero que lo ganó todo con su club y su selección parece haber realizado ya su última parada en el Bernabéu.
La televisión pública española anunció la decisión de Iker, que ya estaría trabajando para solucionar su situación contractual (tiene firmado hasta 2017). Pero si el capitán ha dado el paso, no habrá problemas. Se llegará a un acuerdo.
¿Por qué se va? La respuesta es sencilla. Le gusta decir a Florentino Pérez que en el club blanco la exigencia es máxima.
Es por eso. Casillas ha sido el mejor portero español de la historia y uno de los mejores del mundo. Pero ya no. Es un gran portero, no cabe duda, pero su nivel ha descendido. Ya no es ese ágil guardameta que sacaba manos imposibles para ganar un partido. Sus milagros se acabaron.
Directiva, afición, compañeros y el propio Iker lo saben. También Rafa Benítez, quien le ha trasladado que con De Gea su titularidad es casi imposible.
Además del bajón físico (entendible por la edad), su confianza se ha visto minada. Primero, tras el toque de Mou;, luego, por la suplencia con Ancelotti; después, por su error en Lisboa y por último, por los pitos de la grada. Lo mejor para todos era la salida. No es justo que una leyenda siga sufriendo.
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