Economía

Asustando el capital

Por estar viviendo en vivo y a todo color el terremoto político y el descubrimiento constante de eventos de corrupción cual si fuera la mejor película de drama, no queda espacio para colocar también en la primera plana, otros temas que si no se trabajan de manera simultánea, son tan destructores como el proceso de debilitamiento de las instituciones que han llevado al país a indicadores de desarrollo humano que tenemos hoy.

Me refiero a las políticas y acciones necesarias para impulsar lo que se ha denominado mundialmente, como el crecimiento sostenible el cual está estrechamente vinculado a la inversión, al surgimiento de empresas y al respeto de las personas y del medio ambiente.

¿Qué significa crecimiento sostenible? En primer lugar es aquel que se logra sostener en el tiempo, que conlleva una amplia y diversificada base de sectores económicos, que crea empleos productivos donde se respeta a las personas y sus derechos, que reduce la pobreza e involucra amplios sectores de la población, mejora el acceso a la educación y la salud, y provee acceso a la seguridad y respeto al medio ambiente.

Sin duda, la fuente de ese crecimiento es el empleo que hoy en día internacionalmente se denomina como la creación de trabajo decente.

De todos es conocido que por falta de inversión el trabajo formal que genera el país es por mucho insuficiente para lo que la población demanda.

Muchos de los jóvenes que no encuentran una oportunidad son capturados con grupos de delincuentes provocando otros problemas sociales que a la vez demandan más recursos del estado para combatir las extorsiones y la inseguridad.

El aumento de trabajadores por cuenta propia en el marco de la informalidad llega ya a 70% de la ocupación.

El surgimiento de medianas empresas es muy bajo y para colmo, algunas medidas de política tomadas, están provocando la salida de empresas generadoras de alto volumen de trabajo formal, como es el reciente caso de las que se encuentran en las zonas francas que quedaron muy afectadas por la Ley de fomento a la inversión y el empleo Decreto 19-2016.

Adicionalmente la productividad laboral es muy baja, medida casi en 50% a la de Estados Unidos.

Según lo mencionado por el Director de la OIT para América Latina en el reciente Congreso Laboral realizado por Cacif, el 90% de la protección de seguro social que existe está en los trabajadores de las empresas más grandes y solo cubre 12% de los trabajadores por cuenta propia.

Además el ingreso promedio de los trabajadores con autoempleo es 30% por debajo del promedio. Estudios recientes de la provincia del país indican que el ingreso de las personas en muchos municipios, apenas llega a los 800 quetzales al mes, si bien les va.

Cambiar esa situación y pasar a aprovechar las ventajas que en el contexto de una economía global aún le quedan a Guatemala, requiere de intervenciones deliberadas con políticas y un acuerdo nacional de alta dimensión para incrementar la productividad general de la economía, la de determinados sectores o regiones, e incursionar con nuevas industrias en los grandes mercados.

Sin duda en el drama nacional que vivimos aún hay mucho por ver y por hacer, pero si como sociedad no empezamos a clamar por un Acuerdo Nacional de alto impacto que nos lleve a mejorar las condiciones para el crecimiento de las empresas con acciones específicas para las pymes, pero también dejando de asustar la inversión con cambios constantes en las leyes y un ambiente anti empresa, lo que vamos a ver es como el capital buscará otros lugares, donde la activad productiva es apreciada.

Un saludo especial a las madres empresarias, que invierten, trabajan y sacan su familia adelante.

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