Economía

Programas “Cadenas de valor” bajaron pobreza hasta en 28% en familias de áreas cubiertas, según Usaid

Las cadenas de valor rural, programa que se ha aplicado en los últimos cinco años  en varios municipios del Occidente del país han logrado reducir la pobreza hasta en 28%.

El programa, impulsado por Usaid y organizaciones guatemaltecas, ha conllevado cambios significativos a familias y comunidades de Totonicapán, Quetzaltenango, Quiché, San Marcos y Huehuetenango.

El proyecto, que finalizó el pasado 30 de agosto, requirió fondos por US$62.4 millones.

En áreas de San Marcos y Huehuetenango, en las cuales trabajó Anacafé, junto a cuatro cooperativas y otras organizaciones como el Ministerio de Educación, Incap y otros, la inversión fue de US$25 millones (US$20 millones aportados por Usaid y US$5 millones por la contraparte).

Jorge Oliveros, director del proyecto por parte de la Asociación Nacional del Café (Anacafé), dijo que la reducción de la pobreza fue de 28%, lo que se tradujo en un aumento de ingresos para las familias de hasta 22%.

En este lugar las cadenas de valor fueron de café, hortalizas y artesanías.

Agregó que los datos pueden verse muy altos, pero explicó que los resultados se calcularon por la firma Devtech, programa encargado de monitoreo y evaluación de Usaid.

El análisis se hizo con base en encuestas que medían los gastos de las familias participantes, así como recopilación de otros datos correspondientes a ventas de las áreas cubiertas, añadió.

K´ult es la marca con que los artesanos de San Marcos y Huehuetenango que forman parte de la cadena de valor presentan sus productos. La palabra es de origen mam y significa “cobija”. “Esta marca cobija a los artesanos de ambas áreas”, dijo Angélica Chojolán, quien dirigió el proyecto por varios años y ahora ellos forman parte de la cooperativa Artexco, que tiene 32 años de operar.

Los objetivos eran la reducción de la pobreza y de la desnutrición, pero “no se trabaja desde un punto de vista asistencialista”; la idea era dejar capacidad a las personas en áreas técnicas y administrativas, para darles sostenibilidad a los programas y que ellas sigan ejecutando.

Según Oliveros, se trabajó en el fortalecimiento organizacional porque están “completamente convencidos de impulsar a los pequeños productores”.

Del programa que ejecutó Agexport, el ingreso de los productores se incrementó en 16%, y afirmaron que “entre los logros más impactantes se puede mencionar que la pobreza se redujo en 14% en el área de influencia”.

La productividad agrícola se incrementó en 28%, de acuerdo con los resultados de la firma en mención.

Se trabajó con 22 mil familias en 12 municipios de Totonicapán, Quetzaltenango y Quiché, por medio de 173 micro, pequeñas y medianas empresas.

El programa incluyó los ejes de producción comercial, ambiental y empoderamiento económico de la mujer. En la cadena de hortalizas, cardamomo, árboles frutales y artesanías, la inversión fue de US$37.4 millones (US$20.5 millones aportó Usaid y US$16.9 millones, Agexport, Save the children, Vital Voices, Asociación Sotzil, IICA e Incap).

La cadena de artesanías innovó en la oferta y el diseño de más de dos mil productos y se apoyó en la creación de la plataforma Simbiótica, proyecto que fue reconocido por el BID como emprendimiento innovador.

Las cadenas de valor del café, hortalizas y artesanías cubrieron áreas de San Marcos y Huehuetenango para producción del grano de oro, con apoyo a ocho mil 874 caficultores de 129 organizaciones.

El programa incluyó asistencia técnica y buenas prácticas de producción, además de componentes de seguridad alimentaria y nutrición, educación y desarrollo empresarial.

En promedio se logró aumentar la productividad entre 20 a 25%. Respecto de ventas de café se reportaban US$15.3 millones en el 2013 y al 2017 llegaron a US$31.4 millones.

En hortalizas se vendieron US$656 mil el primer año y el último logró US$3.7 millones. Además se creó la cadena de artesanías, que de no ofrecer productos pasó a vender US$139 mil en un año.

En conjunto, el acumulado de ventas en cinco años fue de US$133.5 millones y significó 48 mil 787 empleos, se mejoraron las prácticas de producción, aprendieron a negociar y se redujo la cadena de intermediarios, con lo cual mayor parte del precio final llegó al productor, dijo Olivares.

ESCRITO POR:

Rosa María Bolaños

Periodista de Prensa Libre especializada en medios escritos y radiales en temas de energía eléctrica, empleo, impuestos, empresas y negocios con más de 20 años de experiencia.