Economía

¿El crecimiento económico se refleja en el bienestar de la población? Varios analistas afirman que no es así

Diversas reacciones han surgido, a favor y en contra, luego de que se revisara al alza el crecimiento de la economía guatemalteca a 7.5% en 2021, el mayor porcentaje en las últimas cuatro décadas.

Según analistas, es un fenómeno temporal y no implica que de aquí en adelante se continuará con esas tasas de crecimiento. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Según analistas, es un fenómeno temporal y no implica que de aquí en adelante se continuará con esas tasas de crecimiento. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Representantes de diferentes centros de investigación económica consultados por Prensa Libre para brindar sus posturas sobre el indicador, reconocen que es positivo para Guatemala, pero no necesariamente significa la solución de los problemas económicos y sociales que atraviesa el país, y sobre todo, las secuelas que ha dejado la crisis sanitaria.

Por el contrario, aseguran que la cifra debe verse “verla fríamente” y que es el momento para definir una estrategia para que el crecimiento del producto interno bruto (PIB) sea sostenible en beneficio de la mayoría de la población y cerrar las brechas de desigualdad.

En la sesión del pasado miércoles, los integrantes de la Junta Monetaria (JM), conocieron el informe de evaluación económica, según el cual, los 17 sectores productivos tuvieron desempeño positivo, con una estimación de crecimiento muy superior al 2020 que fue de -1.5%.

“Efecto rebote”

La principal coincidencia de los consultados es que el alza de la economía se debe a un “efecto rebote”. Es decir, luego de registrarse una caída de la producción, en este año hubo una recuperación, por lo que hay que verlo con cautela, ya que para 2022 se presentará un decrecimiento.

David Casasola, analista del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (Cien), y Pedro Prado, de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (Asíes), expusieron que se debe examinar la sostenibilidad del crecimiento.

Lo importante es ver la manera en que la recuperación sea lineal y los retos son para que en los siguientes ejercicios, se encadenen crecimientos de ese nivel, “pero ahí viene lo complicado porque  no es lo mismo crecer un 7% viniendo de un -1.5% a encadenar varios años a una tasa del 7%”, declaró Casasola.

Prado expresó que el indicador responde a un aumento de la recuperación mundial, incluyendo la demanda de bienes y servicios, importaciones, exportaciones, aparte del crecimiento extraordinario de las remesas enviadas por los migrantes guatemaltecos, recursos que dinamizan el gasto.

Persiste la desigualdad

Casasola manifestó que el resultado del 2021 se trata de un indicador macroeconómico que no denota la incidencia en el impulso del desarrollo económico de la mayoría de la población guatemalteca.

“No necesariamente se ha evidenciado que cuando hay un crecimiento histórico, significa que se han resuelto los problemas estructurales para asegurar una mejor calidad de vida para los guatemaltecos en temas de educación, salud, entre otros”, puntualizó el representante del Cien.

Prado advirtió que se mantiene el riesgo de las nuevas variantes del coronavirus y mucho dependerá de la gestión a nivel nacional, ya que se deberán focalizar las estrategias para atender y fortalecer a los conglomerados más afectados como hogares y micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).

Ello, en temas que demandan mucha atención, tomando en cuenta los indicadores sociales como pobreza, seguridad alimentaria y nutricional, así como la recuperación de ingresos familiares, ya que es necesario que la recuperación económica se refleje en el desarrollo y bienestar de la población.

Citó como ejemplo que, dentro del empresariado las Mipymes, necesitan mucho apoyo para salir adelante, ya que en su conjunto generan miles de empleos. “El ritmo de crecimiento económico del 2021 constituye un ambiente propicio para consolidar la sostenibilidad de la recuperación y atender la necesidad de fortalecer el apoyo, de parte de las políticas públicas para las Mipymes, mejorar el bienestar de los guatemaltecos y disminuir el flujo de migrantes”, consideró el analista de Asíes.

No se refleja para la mayoría

La lectura de Jonathan Menkos, investigador del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), es que este comportamiento es el resultado del proceso de retorno al crecimiento, luego de un 2020 muy malo, y factores como el incremento de las remesas ha dinamizado la economía y el consumo.

Sin embargo, advirtió que la cifra no es suficiente para pensar que el crecimiento económico se está convirtiendo en mayor bienestar, pue solo el año pasado, 750 mil personas más pasaron a vivir en pobreza principalmente por el impacto de la pandemia, según el Banco Mundial.

“En todo caso, para que ese crecimiento económico se pueda convertir en mayor bienestar, tiene que haber posibilidad de incrementar el salario; no solo el mínimo, sino el real promedio de los trabajadores; cuando hay más dinamismo productivo también se debe reflejar en más recaudación y esta se tiene que convertir en mayor bienestar, desarrollo de la población con mejores servicios públicos, acceso a salud, educación, lucha contra la desnutrición y contra la pobreza extrema”, señaló Menkos.

Además, transformar esos recursos en apoyo a programas de formalización del empleo para que Mipymes productivas puedan acceder de manera menos costosa a servicios, pocos trámites y generar más empleo. A criterio del director del Icefi “parece no haber una coherencia entre los datos de la economía y las condiciones reales de los guatemaltecos”.

“Hay dos formas de transformar el crecimiento económico en bienestar de la población: el mercado laboral a través de mejoras en los salarios y a través de la política fiscal, para crear bienes y servicios tendientes a mayor bienestar, pero en el país no se nota que el gobierno este usando el crecimiento económico para usar esos aspectos”, remarcó Menkos.

Acciones concretas

Para Jorge Benavides, investigador de la Fundación para el Desarrollo (Fundesa), la cifra del 7.5% para el crecimiento económico en 2021, después de 20 meses de pandemia, es una señal de que la economía ha logrado recuperarse y que hay acciones muy concretas que están contribuyendo a que el país se encamine a un crecimiento sostenible.

Expuso que no es accidental -el resultado- porque se han concretado acciones que lo respaldan, como las reformas a la Ley de Zonas Francas y su reglamento, la Ley de Leasing, Ley de Simplificación de Trámites Administrativos y la aplicación del Convenio 175 de la OIT (para contratos de trabajo a tiempo parcial).

Por otro lado, mencionó el mecanismo de devolución del impuesto al valor agregado (IVA) a exportadores, simplificación de trámites para emisión de licencias y registros sanitarios, el estudio de tiempos de despacho en aduanas y redacción de nuevos procedimientos para modificar criterios. También la agilización de procesos en aduanas y la aplicación del procedimiento de duda razonable para exportaciones.

Otras acciones que se han realizado y que tendrán un efecto positivo, según él, es impulsar los salarios mínimos regionales que se podrían implementar en el 2023.

Además, para el otro año se aprobaron recursos por Q100 millones para programas de becas de los cuales, el 90% se destinará para inglés; y el programa de apoyo a Pymes (para lo cual hay Q400 millones).

También resaltó la unificación de la aduana con Honduras (y próximamente con El Salvador), el Tratado de Libre Comercio con Corea del Sur, la ventanilla ágil de la construcción, programa de visas para trabajos temporales en Estados Unidos y Canadá, y la aprobación de la alianza público-privada para la Autopista Escuintla-Puerto Quetzal.

Al preguntarle sobre la necesidad de reflejar el crecimiento económico en desarrollo social, el analista de Fundesa aseguró que la mejor señal de este crecimiento es que ha aumentado la recaudación tributaria y ha permitido al Ministerio de Finanzas tener un saldo de caja sin precedentes para iniciar el año próximo.

“Si existe una buena planificación y una ejecución expedita, la inversión pública en infraestructura, salud, educación y seguridad será la forma más fácil de trasladar los frutos del crecimiento a la mejora de la calidad de los guatemaltecos. Esto, sin demeritar el impacto directo que ha tenido en la recuperación, los empleos y ventas de pequeñas y medianas empresas que se han sabido adaptar a las exigencias de un mundo diferente”, concluyó Benavides.

Factores externos

Paul Boteo, director ejecutivo de la Fundación Libertad y Desarrollo, comentó que en 2021 se observó un fenómeno a lo que los economistas denominan aumento de la demanda agregada, y se observó un resultado de un crecimiento gigantesco en Estados Unidos, como consecuencia de los estímulos monetarios y fiscales que se dieron en ese país para atender la emergencia sanitaria, a la cual Guatemala se “enganchó” en ese crecimiento por dos vías.

“La primera fue por el lado del ingreso de divisas por remesas familiares, con un crecimiento por encima del 35% en el año, que es un hecho histórico porque en los últimos 20 años no se había tenido un crecimiento tan alto. Y eso brinda poder adquisitivo a un sector de la población, que lo está gastando y provoca un crecimiento de la demanda agregada”.

El otro canal que refleja esa situación en EE. UU., es el aumento de las exportaciones, ya que ha sido un buen año para diferentes sectores productivos por dos razones: la primera es porque hay una demanda y por la mejora de los precios de las materias primas.

“No es que estemos mejorando en términos de productividad ni que es simplemente por los efectos de una demanda externa. En ese sentido es un fenómeno temporal y no implica que de aquí en adelante se continuará con esas tasas de crecimiento. En la medida en que empiecen a desaparecer los efectos en Estados Unidos, aquí también sucederá, si no se hace algo importante para mejorar la productividad, que es el factor clave para el crecimiento a largo plazo”, precisó.

Inversión social e infraestructura

José Andrés Ardón, director ejecutivo del Instituto para la Competitividad Económica (ICE) detalló que es necesario que existan políticas públicas que fomenten la innovación y la competencia.

Un país más competitivo permitirá que los ciudadanos puedan gozar de mayores ingresos ya sea en sus empleos o emprendiendo, y en ese sentido, es necesario que el gobierno invierta en proyectos que impacten de forma directa en la calidad de vida de los ciudadanos, como educación, salud y mayor infraestructura.

“Para aprovechar la resiliencia que ha mostrado el país en términos económicos, es necesario continuar con medidas de activación económica que aún quedan pendientes, como incrementar la inversión en infraestructura vial, retomar la educación presencial, generar las condiciones para que exista mayor competencia y mejorar la calidad del gasto público. Ese incremento en el PIB supondría también una mayor disponibilidad de recursos por parte del Estado, como se ha visto en el alza en la recaudación pública a lo largo del año”, concluyó.