Según Swedbank, Lituania tiene muchas posibilidades de alcanzar su objetivo de adhesión el 1 de enero del 2015 y “las posibilidades de Lituania de respetar los criterios de Maastricht aumentan”. Con una inflación anual media reducida al 1.3%, “la hipótesis de su entrada en la eurozona en el 2015 es la más plausible”, estima la entidad bancaria, y más cuando el litas lituano está parejo con el euro desde el 2005, igual que el lats letón.
Polonia, peso pesado económico de la región, registra un crecimiento sólido y espera respetar en el 2015 todos los criterios de Maastricht, pero no tiene prisa por adoptar el euro.
Su nuevo ministro de Finanzas, Mateusz Szczurek, pone en entredicho las virtudes de la divisa europea.
“Las presuntas ventajas de la zona euro —mejor posicionamiento de la economía en relación con el acceso al capital y su coste ventajoso, estabilidad de las financiaciones extranjeras— han resultado mera ficción”, afirma.
En la República Checa, un país que emerge con dificultad de una larga recesión, el Ministerio de Finanzas y el banco central CNB recomiendan no fijar ninguna fecha para la adopción del euro.
Según el gobernador del CNB, Miroslav Singer, Praga podría adoptar el euro en el 2019 y este asunto no figura entre las prioridades de la nueva coalición gubernamental.
“Los países euroentusiastas en el sentido amplio del término, como Polonia, Hungría o Rumanía, consideran ineluctable la adhesión al euro, pero evalúan sobre todo los costos y beneficios.