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Toneladas de basura llegan al mar, afectando la vida marina y contaminando ríos
Toneladas de basura recorren ríos desde la capital hasta el Caribe guatemalteco, contaminando playas y afectando la vida marina. Frente a esta crisis ambiental, interceptores flotantes y comunidades como El Quetzalito se han convertido en la última barrera para frenar los desechos antes de que lleguen al mar.
El vertedero de la zona 3 capitalina, sigue siendo uno de los mayores focos de contaminación. En invierno, la lluvia arrastra basura al río Las Vacas. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
El río Las Vacas, uno de los más contaminados del mundo, inicia en la ciudad de Guatemala y atraviesa múltiples basureros clandestinos que desembocan en el Río Motagua. Su impacto ambiental llega hasta las playas del Caribe. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Interceptores como el 006, logran capturar hasta el 80% de residuos flotantes. Pero en época de lluvias, el caudal arrastra basura sin control. Los interceptores son una medida paliativa, no una solución definitiva. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Un mar de plástico reemplaza la arena en la playa de "El Quetzalito", Izabal. Vecinos del área combaten la contaminación recolectando toneladas de desechos. Antes, la basura cubría hasta ocho kilómetros de costa. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Niños de comunidades costeras crecen rodeados de residuos plásticos, juegan en playas donde antes había arena y ahora hay botellas. Su entorno ha sido transformado por la negligencia urbana. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Habitantes de "El Quetzalito", cambiaron la pesca por la recolección de basura. La contaminación hizo que los trasmallos atraparan más ropa y desechos, que peces. Ahora colaboran con The Ocean Cleanup para limpiar el río Motagua. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
La contaminación también afecta la salud y el acceso al agua potable; vecinos usan agua del río, aunque esté sucia o huela mal. No tienen acceso a agua entubada y recurren a ella por medio de captación de lluvia. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
La basura no sólo contamina visualmente, también afecta la vida marina. Animales muertos o peces ingieren plásticos o quedan atrapados en ellos. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Interceptores flotantes operan como murallas de contención en los ríos. El modelo Barricade XL, tiene 158 metros de largo y frena basura antes del mar. Su diseño resiste troncos, crecidas y toneladas de residuos. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Las aguas residuales no tratadas representan un enemigo silencioso, ya que sólo 6 de cada 100 municipios tienen plantas de tratamiento. El río Las Vacas arrastra aguas negras sin control desde la capital. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Consuelo Ortega, ex ama de casa, ahora recolecta desechos del río Motagua. Viste gorra, guantes y botas para recolectar la basura que arrastra el río. “Era un basurero donde no se podía caminar”, recuerda. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
El río Motagua es ahora un corredor de basura que fluye hacia Honduras. Recorre más de 480 kilómetros atravesando 14 departamentos. Aporta la mayoría de desechos plásticos al océano Atlántico. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
La educación ambiental sigue siendo el eslabón perdido en esta lucha. Sin separación ni recolección adecuada, el problema persiste. Cada bolsa mal dispuesta, alimenta al monstruo de plástico. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Vecinos de comunidades fronterizas con Honduras viven bajo presión, ya que más de 45 km de playas son afectadas por basura guatemalteca. La amenaza de una demanda internacional, persiste. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)
Voluntarios recogen basura a diario en las orillas del río Motagua. Su trabajo es esencial para evitar que llegue al mar. Sin ellos, el Caribe estaría completamente cubierto de desechos. (Foto Prensa Libre: Oscar Vásquez Mijangos)