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A un año, rescatistas no olvidan dolor de tragedia

Socorristas recuerdan día fatal en Santa Catarina Pinula. La tragedia no solo ha dejado secuelas en familiares de las víctimas. También los bomberos intentan superar el trauma.

Walter de León,  inserto, uno de los socorristas que golpeó la tierra y preguntó si alguien lo escuchaba. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

Walter de León,  inserto, uno de los socorristas que golpeó la tierra y preguntó si alguien lo escuchaba. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca)

“Aún escuché  gritos que pedían auxilio”

Socorrista con 27 años de experiencia confiesa que todavía tiene secuelas de la tragedia ocurrida en El Cambray 2.

“¡Somos un grupo de rescate, si hay alguien que haga bulla o que grite…!” Ese fue el llamado de los Bomberos Voluntarios que hicieron vibrar de esperanza por unos instantes a El Cambray 2; sin embargo, nadie respondió  la noche del 1 de octubre del 2015.  

“Es muy lamentable, muy doloroso recordar todo eso”, afirmó Wálter de León, uno de los primeros socorristas en ingresar a la zona del desastre.

Al llegar al lugar, en medio de la oscuridad,  tuvieron que atravesar una correntada que los cubría por completo.

Al lograr pasar al otro lado aún escuchaba gritos de auxilio de los soterrados y de vecinos desesperados por rescatar a sus familiares.

“Todavía había gente viva, atrapada. Uno no puede abarcar tanto, a pesar de que nosotros como bomberos voluntarios teníamos saturado de nuestra gente el lugar, no nos dábamos abasto, el escenario era demasiado grande”, recordó.

“Al segundo día continuamos trabajando toda la noche, no acatamos la orden de suspender  labores a esa hora.  Es mi deber, mi trabajo y es mi conciencia la que no me dejaría tranquilo al abandonar un escenario donde sé que todavía hay personas que puedo rescatar”, subrayó.

Por 13 días consecutivos, mil 43 socorristas de esta compañía llegaron al área para trabajar en las labores de rescate.

Tristes recuerdos

“Aunque nos preparen psicológicamente siempre nos afecta”,  rememoró De León, quien  entre lágrimas narra el rescate de un niño ya fallecido de 4 años y 7 meses,  el cual tuvo que ser amputado de un brazo para poder sacarlo de donde estaba.

“Se siente uno impotente de no  haber hecho algo antes y rescatarlos con vida”, afirmó.  

De León tiene 27 años de ser rescatista y trabajó en  El Cambray 2  por siete días sin descansar. Sostuvo que a pesar de haber estado en muchos otros desastres, este aún no lo puede superar.

“Muchas veces tenemos que reprimirnos de ciertas emociones para no afectar tanto a los que estamos rescatando y a los familiares”, dijo.

Algo que le impresionó fue la respuesta del pueblo.  “Nos enseña que Guatemala es  un país unido, un país que ama al prójimo y deberíamos  hacerlo siempre”, expresó.

“No sé explicar lo que sentí”

Socorrista municipal asegura que ninguna tragedia le había impactado tanto.

Las imágenes de una bombera con una bebé fallecida en brazos cuando ingresaba a la morgue provisional en El Cambray 2 marcaron la mañana del 2 de octubre del año pasado. Se trataba de Angela Gómez, socorrista de los Bomberos Municipales. 

“Jamás había sentido un camino tan largo hasta donde fuimos a dejar a la niña”, manifestó.

Asegura que es una persona difícil de quebrantar, pero en ese momento sus lágrimas se confundieron con el sudor. “No sabría cómo explicarle lo que sentí como mamá, saber que llevaba el cuerpo de una niña que pudo haber sido mi hija”, refirió.

Gómez asegura que en medio de la oscuridad no había dimensionado la magnitud del desastre hasta que  salió el sol. 

“No podíamos creer que habíamos andado caminando en la oscuridad sobre las personas que estaban enterradas”, dijo.

El cuerpo de Bomberos Municipales perdió dos compañeras. Los cuerpos de las primas Wendy y Rebeca Pu fueron hallados horas más tarde. “Encontrarlas sabiendo que ellas han rescatado vidas, para nosotros fue duro. Las rescatamos, pero no como nosotros esperábamos”.

“Espero en Dios que Guatemala nunca vuelva a vivir algo así”, expresó.

“Somos los más débiles”

Socorrista deja su hogar por miedo a vivir en carne propia una tragedia como esta.

“Yo le hablé y le dije que  los iba a sacar, y así fue; yo se lo había prometido, y le cumplí, hasta que le entregué a su último familiar”, expresó Henry Noj.

Noj es bombero voluntario  y fue quien ayudó en el rescate de los cuerpos de los tres hijos y esposa de Samuel Morales, quien cavó día y noche para encontrarlos. 

Una de las impresiones más fuertes para él  fue el rescate de una familia, incluidos  dos niños. “Siento injusto que un niño muera así”, dijo.

Noj comentó: “Aparentamos ser fuertes en ese sentido, pero no. Como rescatistas, somos las personas más débiles internamente”.

Deja su vivienda

A raíz de la tragedia, abandonó su patrimonio de más de 10 años en la colonia Jardines del Norte, zona 18, declarada zona de alto riesgo.

“Es difícil olvidar. Es la fecha en la que yo me gradué, cumplí años y donde sucedió esto”, puntualizó.

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