“La variación climática se ha intensificado”: el análisis de Amílcar Ordóñez sobre el futuro ambiental del país
El experto analiza el escenario nacional e internacional, así como las medidas que se deberían tomar para lograr mecanismos de combate del cambio climático.
La intensificación de la variación climática ya impacta a Guatemala y exige planes de adaptación, reducción de emisiones y una respuesta más sólida del Estado y el sector productivo. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)
Los objetivos de Naciones Unidas y las nuevas exigencias de los mercados internacionales dan la pauta de los cambios necesarios para atender la sostenibilidad ambiental, explica Ordóñez.
¿Se ha trabajado en el país para atender el llamado a la acción climática?
En los últimos 25 años hemos avanzado en tomar conciencia del cambio climático, así como de los impactos de la variabilidad climática, que son una realidad: el cambio del régimen de lluvias, las temperaturas, cómo se comportan las estaciones, incluso, cuando aparecen los zompopos de mayo. En el 2013 se promulgó la Ley Marco de Cambio Climático, pero no ha logrado transcender por falta de reglamentos; por ejemplo, aunque exige planes a nivel municipal, no se tienen avances concretos.
Hay avances en la calidad de información del inventario de emisiones y de la cobertura forestal, y el sector privado ha aumentado la conciencia y la data de la huella de carbono de las empresas, sobre todo aquellas que tienen clientes internacionales y exportan, por las exigencias del mercado y del consumidor que busca productos que tengan responsabilidad ambiental en sus procesos.
¿Qué cambios prevé en el corto plazo?
La variación climática se ha intensificado con temperaturas más altas, inviernos irregulares con los fenómenos de La Niña y El Niño, que dan inviernos muy copiosos o con poca lluvia y de forma dispersa, que afectan desde lo agroindustrial hasta los cultivos de subsistencia de granos básicos. La tendencia será a una variación climática más constante y Guatemala trabaja en el plan nacional de adaptación, que debe ser un eje importante no solo para el Ministerio de Ambiente, sino para el de Agricultura y el de Salud.
Enfermedades como el dengue y la chikunguña han migrado de la costa a lugares más altos porque los cambios de temperatura han permitido que los vectores migren. Al hablar de adaptación, es importante la planificación e información de las lluvias y sequías, alertas tempranas y la gestión de desastres, la entrega de paquetes tecnológicos y ayudas para los agricultores, entre otros factores.
La deforestación persiste en el país. ¿Qué medidas se han puesto en marcha?
El principal foco de emisión de CO2 sigue siendo la deforestación. Se ha mejorado la calidad de datos. Este mes se presentó el segundo inventario forestal nacional y se tiene una gran oportunidad de adaptación al recuperar áreas boscosas, conservar áreas de vocación forestal y que se cumpla con el manejo de áreas protegidas. La industria forestal en el país es fuerte y con planes de adaptación, pero a nivel de zonas boscosas hay que trabajar y evitar que se sigan perdiendo por las talas ilegales, el avance de la mancha urbana y por agentes de ciertas actividades pecuarias o agroindustriales.
¿Cree posible la meta de deforestación cero y la reducción de emisiones?
Veo complicado que se alcancen, aunque se tienen proyectos exitosos como el Programa de Incentivos Forestales (Pinfor) y Programa de Incentivos para Pequeños Poseedores de Tierras de Vocación Forestal o Agroforestal (Pinpep), las concesiones forestales en Petén, que son un ejemplo internacional de cómo la comunidad cuida el bosque, y algunos cultivos que han aumentado la cobertura forestal. Guatemala tiene proyectos que han avanzado, pero requiere esfuerzos mucho más grandes y mayor capacidad del Gobierno para alcanzar la meta. También falta tecnología, infraestructura y la entrada de nuevos combustibles como los biocombustibles.
¿Cómo ve el escenario internacional para el 2050?
El reto de Guatemala es el reto global. Un escenario con cero emisiones es muy utópico, el combustible fósil es un requerimiento importante para que el mundo funcione como lo conocemos. Se tienen avances para encontrar la independencia de los combustibles fósiles, pero todavía no es tangible y hay que esperar por tecnologías eficientes que puedan volverse populares. Vemos opciones con ciertas limitaciones, como los vehículos eléctricos, pero se valora el tiempo de carga, el precio y hasta aspectos culturales van limitando que se implemente al cien por ciento.

