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Mujeres son víctimas de acoso callejero desde los nueve años

Cada día muchas mujeres, ya sea en la calle, en el autobús, en el trabajo, o en la escuela, son víctima de algún gesto, silbido o tocamiento que la perturba y ofende.

Las mujeres sufren de diversos tipos de acoso en las calles, sobre todo, de cáracter sexual (Foto Prensa Libre: libertadbajopalabra.com).

Las mujeres sufren de diversos tipos de acoso en las calles, sobre todo, de cáracter sexual (Foto Prensa Libre: libertadbajopalabra.com).

El acoso callejero es una realidad que viven muchas mujeres en la calle, incluso comienzan a ser acosadas desde los nueve años, según estudios de varios países.

Un ejemplo es Lucía Ardón, quien en el autobús que la lleva a su trabajo, varias veces se ha enfrentado a hombres que se le acercan o la tocan, lo cual le provoca desagrado y temor; también está Susana González, que en una ocasión mientras se cruzaba la calle un motorista le tocó los glúteos, ella se quedó inmovilizada del susto, mientras las personas testigos del hecho lo aprobaron con sus risas y burlas.

El acoso callejero y reconocerlo como un problema pareciera no tener importancia, incluso se trata de justificar con el argumento que las mujeres lo provocan, en la forma de vestirse, caminar o comportarse, dijo Hilda Morales, procuradora adjunta de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH).

“El acoso es algo normal, incluso podría pensarse que es algo agradable para las mujeres, sin embargo el acoso en cualquier circunstancia, en cualquier lugar, ya sea en la casa, en el lugar de trabajo, en el lugar de estudios y las calles, es una molestia para las mujeres”, aseveró.

Morales agregó que a veces una simple frase de un extraño en la calle es un seguimiento que causa mucha  angustia e inestabilidad a las mujeres.

Definición

El acoso callejero se define como un conjunto de acciones cotidianas que incluye frases, gestos, silbidos, sonidos de besos, tocamientos, exhibicionismo, con un manifiesto carácter sexual que perturba la tranquilidad de la persona, especialmente de las mujeres y en ocasiones llega a causar daños psicológicos.

Morales comentó que un lugar recurrrente se da en los buses, donde se llega a extremos que el acoso se convierte en una intimidación emocional y psicología, e incluso se han reportado violaciones sexuales adentro de los medios de transporte.

Según encuestas realizadas en diversos países, la edad en la que las mujeres empiezan a ser objeto de distintas formas de acoso callejero va desde los nueve años, y por lo menos una de cada dos mujeres es víctima de comentarios sexuales explícitos.

Miriam Domínguez, defensora de los derechos de la mujer, indicó que en Guatemala cuando las mujeres salen con falda corta se ve como algo peyorativo, porque se dice que no tiene que vestir así porque de esa manera son ellas las que provocan el acoso.

La defensora señaló que se han unido al Observatorio contra el Acoso Callejero, para pedir a los hombres a que respeten la dignidad e integridad de las mujeres y las dejen de tratar como un objeto sexual.

Domínguez dijo que debido a que cuando se denuncia, por la falta de pruebas, no existe un dato de la cantidad de casos de acoso callejero, ya que cuando las mujeres acuden a las instancias de justicia de una vez les dicen que sin pruebas no se les da el trámite.

La procuradora adjunta exhortó a denunciar y  buscar tener pruebas, por ejemplo con un fotografía tomada con el celular, ya que por lo regular el acosador se mueve en las mismas calles y lugares por donde transitan las mujeres.

Campaña

Ante la gravedad del problema, la PDH se  une a partir de este lunes y hasta el próximo viernes 16 de abril, a la Semana Internacional contra el Acoso Callejero, la cual es impulsada por la Organización No Gubernamental Stop Street Harassment y Guatemala participa por primera ocasión.

Durante esta semana, el Observatorio contra el Acoso Callejero  efectuará una serie de actividades para visibilizar el acoso sexual callejero que viven en las mujeres y hacer un llamado a que no es algo normal o cultural.

Con la etiqueta (hashtag) #NoEsMiCultura, la campaña impulsada en 2016 busca sensibilizar acerca de que este tipo de prácticas no sean consideradas como representaciones de la cultura latinoamericana, sino que sean evidenciadas como prácticas que han sido permitidas bajo una estructura sistémica patriarcal que necesita ser desarticulada.

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